DE MIS NOTAS
La encrucijada
En estos momentos de alta crispación política quiero aportar a esta reflexión la palabra “encrucijada” Del Drae: 1. “Lugar en donde se cruzan dos o más calles o caminos 2. Ocasión que se aprovecha para hacer daño a alguien, emboscada, asechanza. 3. Situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir.”
En la encrucijada que enfrentamos se bifurcan dos caminos: El primero, más centrado en la persecución penal debido a los efectos del desorden institucional del pasado y el consiguiente potencial de generar una mayor polarización e ingobernabilidad, debido a las repercusiones económicas y sociales que conlleva. Y el otro camino, dirigido a consensuar una salida políticamente viable, más proactiva que punitiva, con una hoja de ruta enfocada en eliminar las “causas” que fomentan la corrupción mediante la urgente aprobación de las leyes anticorrupción y las reformas institucionales que se requieren.
Realísticamente, todo apunta hacia el incremento de un entorno punitivo enfocado más en la cacería de los “defectos” del actual sistema, que en esa disfuncionalidad absurda e ilógica en la que vivimos por cultura y por sistema, que se resiste a ser cambiada debido a que es un cáncer originado en los peores incentivos perversos de la discrecionalidad burocrática, la extorsión, el chantaje, el retardo malicioso, la coerción selectiva, la corrupción y el desmadre de la politiquería clientelar turbia y degenerada que se nutre de esas infamias para retener pagos, negar la devolución de créditos fiscales, complicar la emisión de licencias o cobrar por simples trámites. Llevar a cabo capturas “sin” atender esas “causas” no resuelve el problema de fondo. ¡Para comenzar el clamor actual es: !Devuelvan el crédito fiscal y faciliten los trámites, carajo!
No podremos sacar adelante al país con capturas desvinculadas de los problemas sistémicos. ¿La problemática nacional que vivimos ¿es por disfuncionalidad sistémica o por dominio de mafias? Es por ambas. Una genera a la otra. Pero también por esa cultura que como sociedad padecemos.
Estamos en una “encrucijada” en donde podemos tomar un nuevo camino o continuar con esta cacería de los efectos. Nuestro sistema político está decrépito, agotado. Debemos tomar otras formas de organizar el Estado emulándolas de aquellos países que se beneficiaron política, económica y socialmente al incorporarlas a sus sistemas. Ley de Servicio Civil, Ley de Compras y Contrataciones, ley Electoral y de Partidos políticos.
Pobreza, desarrollo económico, educación, salud, desnutrición infantil, generación de empleo, ¿Con qué recursos si por doquiera hay conflictividad e ingobernabilidad? De la mano de la reforma política debemos retomar las discusiones —a pesar de las diferencias— para una “visión de país” de largo plazo, inmune a los vaivenes de los gobiernos entrantes y salientes.
Ya una vez los partidos políticos firmaron el documento para impulsar políticas públicas virtuosas e intertemporales. Políticas públicas que se desarrollarían en un plazo de por lo menos 20 años, “tiempo en el cual las acciones del Ejecutivo se regirían por un Plan de Desarrollo, avalado por los partidos políticos y basado en los temas prioritarios definidos: Desarrollo Rural, Educación, Salud y Nutrición y Seguridad y Justicia.” /Plan Visión de País/2005
Lo mismo hicieron con Proreforma. Al final del día los partidos mayoritarios en el Congreso se echaron para atrás y dejaron que se muriera el bebé con todo y el agua. Ninguno se responsabilizó. Esa desidia politiquera es la que se le critica tanto a los diputados y los partidos políticos.
Este Congreso también se encuentra en una encrucijada. Tiene los ojos de todos encima. Pasaría a la historia si los diputados pudieran remontar los intereses partidiarios y darle la prioridad a la bandera azul y blanco a la cual juraron lealtad y compromiso.
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