LIBERAL SIN NEO
La agenda radical de Usaid y Soros
A propósito de la visita a Guatemala y Honduras de Nikki Haley, embajadora de EE. UU. ante la ONU, rescaté un documento. En marzo de 2017, el Heritage Foundation publicó un informe escrito por Mike González, titulado El Departamento de Estado y el Congreso [de EEUU] debieran investigar la promoción de agendas radicales en el extranjero por parte de Usaid y Soros. Algunos de los principales señalamientos del informe son que 1) La administración del Presidente Obama convirtió a la Usaid en un instrumento para promover agendas radicales que carecen de consenso y aceptación dentro de la propia sociedad estadounidense, 2) En la promoción de agendas radicales en varios países, Usaid encontró un socio ideal en George Soros.
La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) es el principal brazo del Gobierno de EE. UU. para combatir la pobreza y promover la democracia y el desarrollo alrededor del mundo. En la última década, señala el autor, Usaid ha sido instrumentalizado para impulsar otro tipo de agendas, como los derechos transgénero, el matrimonio homosexual, la capacitación en “activismo”, “participación cívica” y “movilización”, provocando conflictividad social y política, a costa de la estabilidad y el crecimiento económico. Sin duda, hay bastante consenso y apoyo entre la sociedad estadounidense para combatir la pobreza y promover el desarrollo en otros países; pero la promoción de causas de género y activismo político de izquierda, con dineros de los contribuyentes, no goza de ese consenso.
Esta agenda viene siendo impulsada por Usaid en muchos países. Quizás Usted, como yo, conoce a alguna persona u ONG que dice tener un contrato de la Usaid para “fortalecer la capacidad de participación democrática de la mujer indígena”; cuando lo que en realidad hacen es movilizar a comunidades y mujeres indígenas para bloquear carreteras y manifestar en contra de hidroeléctricas y la minería. Algunos sectores señalan que la promoción de agendas controversiales por parte de Usaid, más que contribuir al desarrollo, alimenta la conflictividad.
En la promoción de agendas radicales, señala el autor, Usaid se ha aliado con beneficiarios del Open Society Foundation de George Soros, quien combate abiertamente los valores tradicionales de la civilización occidental y apoya la gobernanza transnacional, que desgasta la soberanía nacional. Entre otras muchas iniciativas, la fundación de Soros gastó miles de millones para legalizar el aborto en México e Irlanda, capacitar en la “movilización cívica” en Macedonia, promover los acuerdos de paz con las Farc en Colombia, que los propios ciudadanos colombianos rechazaron en un referéndum; proyectar a Israel como violador de derechos humanos y promover derechos trans- género en muchos países. González cuestiona que Usaid promueva estas mismas causas, que no gozan de aceptación general en la sociedad estadounidense.
El presidente Trump ha manifestado en varias ocasiones que EE. UU. no debiera tratar de imponer su cultura y valores en otros países. La burocracia atrincherada o “estado profundo”, en este caso Usaid, es un enorme barco al que cuesta mucho cambiar de rumbo. Usaid podría enfocarse en su misión esencial, brindar asistencia para combatir la pobreza, impulsar el crecimiento y desarrollo económico, en lugar de apoyar, alimentar y congraciarse con organizaciones que fomentan la conflictividad e impulsan agendas que están lejos de ser los problemas más importantes del país. Promover la conflictividad con disfraz de civismo no es la “asistencia” que necesita Guatemala.
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