LIBERAL SIN NEO
Justos pagan por pecadores
Uno hace el mal y otro carga con la culpa, es un dilema moral muy antiguo. Yo no comí de la fruta prohibida, pero de acuerdo con la Biblia, por el pecado original de Adán, nací pecador y mortal. El concepto de “pecado original” trata del pecado de desobediencia de Adán, al comer del árbol del conocimiento del bien y el mal y sus efectos sobre el resto de la humanidad. Es legítima la pregunta: ¿por qué debo cargar con la culpa del pecado de Adán? Visto desde otro ángulo, otra pregunta sería: ¿acaso no recibo también los beneficios de ser descendiente de Adán?
En la teoría económica hay un concepto, que me tomo licencia de llamar remotamente análogo, conocido como la externalidad, ya sea positiva y negativa. En economía, las externalidades ocurren cuando la producción o consumo de un bien o servicio, tiene efectos sobre terceros, no relacionados. Una externalidad es el costo o beneficio que afecta a quienes no escogieron incurrir en ese costo o beneficio. La externalidad es un concepto aparentemente sencillo, a la vez que amplio y complejo. Su comprensión y aplicación es más arte que mecánica, ya que en gran medida, el razonamiento económico encierra la identificación y comprensión de las consecuencias no intencionadas de la acción humana.
El ejemplo clásico de la externalidad positiva se da con una pareja de granjeros vecinos; uno cría abejas en su terreno y el otro tiene un huerto de manzana. El criador de abejas busca extraer miel, y sin que sea su intención, sus abejas vuelan sobre el cerco y polinizan los árboles del vecino, quien se beneficia con esta externalidad positiva. Un ejemplo de externalidad negativa se da cuando una fábrica río arriba lanza desechos químicos al agua y provoca daños o costos a quienes están río abajo. “Internalizar” la externalidad significa que los costos y beneficios recaen sobre los actores que escogen incurrir en ellos. En nuestros ejemplos, internalizar la externalidad se daría si el dueño del huerto de manzanas le paga al dueño de las abejas por el beneficio de polinizar sus árboles, y el contaminador resarce los costos incurridos a quienes están río abajo.
El que justos paguen por pecadores y el tema de las externalidades son digresiones que me han venido a la mente por dos temas de actualidad: el lavado de dinero y la bolsa plástica. Por causa de los pecados de narcotraficantes, el crimen organizado y lavadores de dinero, se ha adoptado legislación y prácticas bancarias y legales que ya no permiten el libre uso e intercambio de dinero en efectivo. Las personas honradas, entre las que me incluyo, cargamos con el costo de no poder hacer uso de dinero en efectivo como se nos plazca. ¡Yo no tengo la culpa! En lo personal, me gusta el anonimato que brinda el dinero en efectivo y me disgusta el control y vigilancia, la huella documental y digital, que deja no poder usarlo. Esto nada tiene que ver con el que nada debe nada teme; valoro la privacidad y mis asuntos patrimoniales y transaccionales son asunto mío y de nadie más.
La bolsa plástica es extraordinariamente cómoda, útil y barata; prueba de ello es su uso generalizado en todo el mundo. La bolsa plástica no contamina ni tiene culpa porque es incapaz de tenerla; los culpables son los contaminadores que hacen mal uso de ella. Ahora se pone de moda prohibirla y me pregunto: ¿es la prohibición, el castigo colectivo, la única solución? ¿Por qué tienen que incurrir en el costo quienes no tienen culpa? Que disfruten los justos y paguen los pecadores.
fritzmthomas@gmail.com