LA BUENA NOTICIA
Juicio final y “fake news”
Culmina este domingo el año litúrgico con la estupenda y “tremenda” escena bíblica del Juicio Final, donde una sola materia es el examen de conciencias y acciones: haber reconocido y asistido a Cristo, misteriosamente presente en el pobre, al que “no hay que considerar un obstáculo, sino una oportunidad” (Papa Francisco en la 1 Jornada Mundial de los Pobres, el domingo pasado). Claro: no se trata de un mero activismo social, pues “la Iglesia no es una ONG” (Papa Francisco), sino en base a la “misericordia, el amor hacia el pobre”, según S. Pablo: “Aunque diera todo lo que poseo, si no tengo amor, no soy nada” (1 Co 13, 2ss). Una caridad inmediata, concreta, “no de palabras, sino de obras”, no solo “dando, sino abrazando al pobre, dignificándolo” en tiempos donde “emerge una riqueza descarada… con frecuencia acompañada de ilegalidad y explotación ofensiva de la dignidad humana” (Papa Francisco). Examen final, pues, de una caridad sin duda unida a la verdad, como bien lo dijo el Papa emérito Benedicto XVI: “caritas in veritate” (la caridad ejercida en la verdad, según una lectura del amplio pasaje de Gal 5, 1-12). Y es que aparte de ese carente pan material por la corrupción y la injusticia, falta hoy también el “pan de la verdad”: una verdad reflexionada, aquilatada y no sobresaltada con resentimientos oportunistas.
Noticias como: “en las nunciaturas se urden conjuras secretas (como la de Belén, en 1813)”, o “el cuerpo diplomático esconde fondos indebidos o ejerce injusticias”, o “el Pacaya y el de Fuego se ponen de acuerdo para hacer erupción”, etc. noticias sin testigos de primera mano —como lo manda la ley del procedimiento histórico científico y no digamos los principios de la sana comunicación—, sino como dice el chachachá: “¿Quién te lo dijo, nene?… Me lo dijo Adela” (Bobby Capó, 1921-1989). “Fake news”, noticias falsas, dice un presidente de lamentable política migratoria y peor política ecológica, pero coincidentemente el Papa Francisco titula ya la Jornada de Comunicaciones del 2018: “La verdad os hará libres” (Jn 8, 32). “Noticias falsas y periodismo de paz”, pues la noticia no puede ser el tribunal de sentencia y patíbulo de ejecución “sin el debido proceso” (Comunicado Conferencia Episcopal, Octubre 2017), excepto que se tenga —¡así es!— la clara intención en cuanto a la Iglesia, de dividirla y poner a la jerarquía local contra el Papa que está “allá en Roma”.
Valiosa es la reciente afirmación del doctor Iván Velásquez: “Al mundo lo transforma una ciudadanía empoderada, apoyada por una prensa seria” (en el Foro Anual de la Democracia, del International Institute for Democracy & Electoral Assistence, Perú, 21/11/2017). Quizás porque “el papel lo aguanta todo” o porque en el ciberespacio “se ha roto la distancia temporal entre acontecimiento, reportaje y veracidad”, ojalá que en la lucha por una sociedad más justa y transparente, capaz de “empoderarse” como legítima “démos+krátos” (poder del pueblo o “democracia”) se evite el envenenamiento del deseo de bien común con “fake news” o “informaciones infundadas que contribuyen a generar y a alimentar una fuerte polarización de las opiniones (Radio Vaticana, 29/09/2017)”. Cierto: “No subestimes la capacidad de difusión de una noticia, aunque sea la más pequeña y falsa” (M. West, 196-1999), y pero aún: “Miente, miente, al final algo queda” (atribuido a J. Goebbels, 1897-1945). El juicio final será, pues, de una “caridad fundada en la verdad” ante la gran pobreza de dicho valor en el mundo de hoy.
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