Isidoro Zarco, 45 años después
Fue un día aciago para esta casa, porque todos sus integrantes y colaboradores pudieron sentir en carne propia el dolor causado por el irrespeto a la manera de pensar, una de las consecuencias más lamentables de la Guerra Fría en que estaba enlodado el bipolar mundo de la época.
Nueve lustros hace de esa tragedia, y creemos que es justo hacer un homenaje a su memoria, como un tributo a él y a todos los demás hombres y mujeres de prensa que cayeron. Tanto los escuadrones de la muerte como los comandos de la guerrilla eran instrumentos para callar para siempre a quienes no pensaban como lo hacían quienes dieron la orden de asesinarlos.
Esos 45 años son un largo tiempo, en especial en un país donde el promedio de edad es tan corto como el de Guatemala. Quienes hoy tienen 65 años, eran jóvenes de 20 en ese entonces. Los adultos de edades superiores apenas constituyen el cinco por ciento de la población actual del país, según las proyecciones de entidades internacionales, en vista de que la falta de censos en los últimos 12 años hace que no sea posible conocer cuál es la cifra de la población real.
Isidoro Zarco fue inmolado, dice el titular principal de la mañana siguiente. En efecto, se inmola quien da la vida en honor de algo o de alguien, y merece el calificativo de mártir porque muere por sus convicciones o creencias. En tal sentido también son dignos de ese calificativo todos los periodistas asesinados en Guatemala.
Es importante recordarlo, porque como consecuencia de los cambios ocurridos en el mundo desde la caída de la Unión Soviética, hace ya 26 años, y en Guatemala como cauda de la vigencia de la nueva Constitución, la mayoría de los guatemaltecos actuales no tienen idea de cómo era el país cuando publicar una opinión o informar era una posible sentencia de muerte.
Quien murió siendo subdirector de Prensa Libre creía firmemente, al igual que el resto de los fundadores, en la importancia histórica y social del ejercicio del periodismo sin ataduras políticas, ideológicas o económicas. Analizando esta posición con la mentalidad actual, es posible caer en el error de no darles importancia a hechos como el que hoy comentamos, con una mezcla de dolor y al mismo tiempo de admiración porque Isidoro Zarco no cambió de actitud ante el periodismo.
Las actuales conquistas de las que goza Guatemala tienen en el periodismo independiente una de sus causas, no siempre comprendidas y aceptadas. En las circunstancias actuales, se sigue justificando, y es exigible, la tarea de informar y de comentar de acuerdo con diversos criterios. Isidoro Zarco pagó con su vida esa convicción. Eso nos instó a seguir adelante.