REGISTRO AKÁSICO
Imperativo un liderazgo que nutra el cambio
No es tiempo para un gran meditador ensimismado. No sirve atravesar la puerta del Dan Tien, el caldero, donde se aloja el Chi. Un taoísta sabe que esta es una referencia al ombligo. Concentrarse en la panza, aunque satisface a los partidarios del Zen, no sirve a la sociedad.
El aldeano pasa la vida observando las correrías del gallo en el patio donde monta a las gallinas. El burócrata memoriza los nombres de los diputados para reconocerlos en sus tropelías. El comentarista se solaza, cuando refiere las aventuras de su abuelo en las vecindades o de los sucedidos al bobo del pueblo.
El tiempo se pierde mientras el mundo atropella a la sociedad en su inmovilismo. Se trata de una población ignorante, profusa en lamentaciones y abusos. Es corriente que la edición del libro, no esté el día que se presenta, evoca el incumplimiento de los carpinteros. A menudo, durante la conferencia, aparece el encargado para conectar el proyector de imagen y el micrófono. Suele servirse los entremeses cuando se acabó el vino. El auditorio cerrado provoca que se agolpen los invitados en la puerta. La llave del salón, del archivo, de la carceleta, se la llevó el empleado que se esconde en el retrete o se fue a su casa, cuando inicia su período vacacional.
El dolo es claro en los jueces que están dispuestos a mortificar al conductor que chocó contra un poste mal colocado, pero ostenta cobardía cuando debe hacer valer los derechos humanos. No vociferan que debe haber magistrados vitalicios, igual que los reyes y nobles de Europa, cuando la tercera parte de la Corte Suprema de Justicia se encuentra en la cárcel. Proponen agrandar la Corte de Constitucionalidad porque pronuncia decisiones insensatas. Jueces con permiso para dobletear, para facilitar su participación en el negocio o diferir la resolución del litigio.
Incremento al número de diputados, cuando lo que se acordó para la paz, era disminuir su número. Las leyes están llenas de sanciones por nimiedades y formalismos que aplican empleados ruines, sin posibilidad de defensa. Multas excesivas, cierres y castigos a los negocios legales, pero impunidad para extorsionistas.
Los ladinos buscan el fracaso. Se escoge al peor, se niega el diálogo intercultural. La ladinización no es, como pretendía el antropólogo Adams, para ingresar en lo contemporáneo sino como las culebras, para vivir bajo las piedras. Les encanta el facho, el que incita al motín. El prevaricato ampara al dechado de intolerancia.
No se busca reorganizar la producción, el sistema monetario y el comercio. Se está a la espera del nuevo dogma. Ya pasó el neoliberal que afirmaba provechosa a la marcha globalizada de la apertura económica, lo conveniente del enriquecimiento de un grupito de corruptos y la privatización a ultranza.
Sin dilación, el reto para mantener la soberanía, el respeto a los derechos humanos y la adaptación al nuevo entorno mundial deben ser enfrentados. Que no sea la migración indocumentada la única expresión internacional. Las remesas no equilibrarán para siempre, los desbalances económicos. Se necesita innovar, esto es adquirir equipo moderno para transformar los productos de la vida diaria, conservar y almacenar bienes, especialmente agrícolas. Mejorar el transporte diversificándolo y favorecer al marítimo. Apoyar la investigación científica ligada a la producción. Debe haber una banca de desarrollo con capital de riesgo, supervigilada para evitar negocios podridos.
En pocas palabras, hay que dejar de verse el ombligo porque en nuestras vergüenzas, no encontraremos la salida, el salto a la libertad.
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