CON NOMBRE PROPIO
Honduras y el fraude constitucional
Honduras tuvo elecciones generales el domingo y es bueno ver lo sucedido porque lo de allá es apetecible para algunos por acá.
La Corte Suprema de Justicia hondureña el 22 de abril de 2015 dictó una sentencia que asusta porque declaró inconstitucional un artículo del Código Penal que establecía sanción para quien había sido presidente y gestionaba una reelección, pero también declaró la inaplicación de cuatro preceptos constitucionales pétreos (irreformables). El tribunal declaró la inconstitucionalidad de la propia constitución al resolver dejar de aplicar la prohibición de reelección presidencial por considerarse contra los derechos humanos (argumento trastocado por presiones del poder).
El papel aguanta con todo y la sentencia en 32 páginas quiso decir tanto que no dijo mucho, y así fue como Juan O. Hernández, el actual presidente, utilizó las mieles del poder para lograr una sentencia que burlara su República. Se cuidó en no ser el demandante, sino fueron diputados y el expresidente Rafael Callejas, un ejemplo más de cooptación del Estado.
Honduras siguió el ejemplo nicaragüense, porque tiempo antes la Corte Suprema nica hizo lo mismo y así es como Daniel Ortega puede ser candidato eterno y presidente vitalicio. La izquierda nica y la derecha catracha coincidieron en la misma güizachada para realizar un “fraude constitucional” y con sentencias lograron la burla.
Un fallo sobre derechos humanos en cualquier parte del mundo es excelente antecedente para lograr su reconocimiento y su declaración judicial por otras latitudes, es innegable que una sentencia de esa magnitud tiene marcada influencia regional. Muchas cortes citan en sus sentencias las de tribunales internacionales o de tribunales extranjeros para ejemplificar y explicar sus puntos, así se defienden los derechos humanos en un escenario globalizado y por ello esas decisiones son nocivas y tóxicas para la institucionalidad constitucional de otros países como el nuestro, donde siempre existen a la orden mercenarios judiciales (recordemos caso Ríos Montt).
Juan Orlando Hernández, a pesar de haber sido felicitado por nuestro propio presidente como triunfador, perdió la elección y así acabaron más de cien años de bipartidismo. Un improvisado político, locutor deportivo y sin experiencia triunfó con el apoyo de la izquierda y de manera especial de Mel Zelaya, el presidente defenestrado.
Es paradójico ver que las élites hondureñas no apoyaron el fraude constitucional que quería hacer Zelaya en su período como presidente por ser de izquierda, pero sí apoyaron el que hizo Hernández por ser de derecha. Se evidencia que la República para algunos es solo cuestión de mercadeo e intereses mezquinos, porque tan reprochable es uno como el otro.
Todo gobernante que pretende abusar, antes de tanques, botas y rifles usa dos armas fieles: la ley y la sentencia. Muchas leyes se registran en la historia como claros documentos de dominación e infamia, pero también por manojo encontramos sentencias dictadas por togados serviles y lisonjeros como las de las Cortes nicaragüense y hondureña.
Lo que pasa en Centroamérica nos atañe y acá las organizaciones internacionales dejan mucho que desear cuando sirven de comparsas para un proceso ilegítimo de raíz con procesos de observación “light”. Honduras se salvó de un enfrentamiento grave porque no ganó la opción de la reelección presidencial, si el presidente hubiera sido reelecto la tacha de ilegítimo no la quita nadie y el germen para la violencia política y su justificación estarían en bandeja. La OEA y la Unión Europea luego se montarían a su avión con el comunicado de esa fue la “decisión mayoritaria” y así dejan la región hecha un polvorín.
@Alex_balsells