VENTANA
Hagamos algo grande juntos
Estamos en el nuevo año 2017 y los pronósticos no son muy alentadores en Guatemala y en el mundo. Es por eso que quiero compartir un pensamiento de Robert Menzies. Sus palabras me han acompañado durante muchos años de mi vida. Me encontré con este pensamiento de Menzies leyendo el libro Florecimiento y Decadencia de la Civilización Maya, escrito por el reconocido mayista Eric Thompson. Dice así: “Un hombre con un profundo sentido de continuidad se mira a sí mismo no como una unidad accidental destinada a desaparecer en pocos años, sino como alguien que forma parte de una gran procesión que ha sido influenciada y ayudada por aquellos que le precedieron, por lo que, en su tiempo, se siente responsable de ayudar e inspirar a aquellos que le seguirán después”.
Este pensamiento, que Thompson utiliza en su libro para desarrollar el concepto de “identidad operativa” en el maya antiguo, me sirvió para presentar un trabajo de investigación donde traté de demostrar que existe una conciencia de grupo, un “yo social”, que nos identifica y nos hace pertenecer a una comunidad. Este yo social es posible descubrirlo cuando, día a día, nos damos cuenta de que “todos somos para algo”, y que hay algo mayor a nosotros mismos que estamos haciendo entre todos. Esta actitud prevaleció en el maya precolombino. Fue lo que le permitió sobrevivir en la selva y desarrollar conocimientos intelectuales y artísticos sin precedentes. Los movimientos del sol, de la luna y de los planetas, como Venus, que llegaron a conocer casi a la perfección, demuestran cómo se hace algo más grande que uno a través de muchas generaciones. El conocimiento desarrollado se transmitía de una generación a otra. Su visión de largo plazo era asombrosa. Esa actitud de trabajo colectivo les permitió edificar ciudades y calzadas monumentales. Desarrollaron un sistema de escritura y matemática que les permitió ordenar su espacio y tiempo en calendarios más exactos que los nuestros de occidente.
Ahora veámonos a nosotros y entremos a este año 2017. Me pregunto: ¿Existe algo que estamos haciendo juntos como país, como generación? ¿Estamos pasando nuestros conocimientos y sabidurías a nuestros jóvenes? ¿Cuál es ese yo social, esa conciencia colectiva que nos puede llevar otra vez a comprender las estrellas y a crear ciudades unidas a la naturaleza para la nueva civilización? Mientras estas preguntas no tengan respuesta, y nos demos cuenta de que somos un país fragmentado en unidades separadas, la idea de Menzies puede ayudarnos a salir de este terrible sentimiento de estar solos y de no estar haciendo nada como grupo.
Si somos capaces de apreciar que hay un hilo que nos une, podremos realizar los cambios que Guatemala necesita. Conservemos la imagen de vernos como parte de una procesión que se siente responsable de dejar un legado de vida a nuestra niñez y juventud. ¡Atrevámonos! Ya lo hicimos en algunos momentos pico del año 2015, cuando nos unimos para combatir la corrupción y el narcotráfico, para empezar a hacer cambios en nuestros sistemas de educación y justicia. Siempre aparecen héroes en momentos críticos. Este es, quizás, el esfuerzo grande que vemos detrás del trabajo de alguien como el juez Miguel Ángel Gálvez. El está marcando el paso para lo que deben hacer los jueces y todos nosotros desde nuestros hogares y trabajos. ¿Dónde está Guatemala en cada uno de nosotros? ¿En dónde están las nuevas generaciones en nuestros pensamientos y acciones? ¿Qué país queremos ser? ¡Tenemos el ejemplo extraordinario de la civilización maya! ¡No perdamos esta herencia ancestral!