FAMILIAS EN PAZ
Fortalezas de familia
Una de las características de las familias fuertes es la habilidad de comunicarse de manera efectiva, pues crea un ambiente de unidad y afecto en casa. Es un hecho que la mayor parte de los problemas a los que se enfrentan las familias de hoy tienen su origen en la mala comunicación o la falta de ella.
La rebeldía, el libertinaje, la falta de motivación, baja autoestima, el riesgo de adicciones o intentos de suicidio, son algunos de los problemas que los jóvenes pueden enfrentar, cuyo origen podría estar en la falta de comunicación o indiferencia de sus padres, al no encontrar apoyo y comprensión.
La buena comunicación fortalece los vínculos de familia, permite expresar ideas, pensamientos y sentimientos de forma sincera y sin temor. Esto no se logra de forma automática, por imposición o exigencia, se debe construir mediante el esfuerzo de todos sus integrantes principalmente de los padres, pues son los responsables de crear un clima de amor, confianza y respeto, tolerancia y aceptación.
Ahora bien, comunicar va más allá de las palabras; también transmitimos mensajes de forma silenciosa con nuestra actitud, nuestros gestos y nuestra conducta. Este aspecto se vuelve relevante en el contexto del hogar, pues los hijos aprenden más de nuestro ejemplo que de nuestras palabras.
Los padres hemos de tomar la iniciativa para superar la brecha generacional con nuestros hijos, creando vínculos y canales de comunicación desde el momento de su nacimiento, adaptando la forma de hacerlo en cada etapa de su vida, según su edad y madurez emocional. Se fortalecen cuando les dedicamos tiempo, cuando aprendemos a escucharlos con atención e interés, respetando sus criterios y opiniones, sin condenarlos o juzgarlos antes de tiempo cuando tengan una dificultad, sin evadir preguntas o temas que nos resulten difíciles o incómodos.
Se refuerzan cuando se corrigen conductas negativas o dañinas. Para ello debimos previamente haber establecido normas y límites claros que deben ser cumplidos sin excepción, pues la coherencia en su aplicación permite que los hijos comprendan su importancia y seriedad. Al aconsejar o corregir debemos hacerlo sin condenas, burlas o señalamientos, evitando utilizar palabras negativas, agresivas o hirientes, siendo respetuosos para no dañar su integridad.
La sociedad avanza a una velocidad vertiginosa en temas económicos y políticos, que a menudo abruman al ser humano. Estos son los desafíos a los que nuestros hijos se enfrentarán, y si a esto le sumamos que no les hemos provisto un ambiente familiar seguro, sin haber desarrollamos vínculos fuertes, el resultado será hombres y mujeres solitarios, indiferentes, con carencias emocionales.
En este contexto de adversidad, la familia se convierte en la única ancla segura. Construir lazos familiares fuertes aún es posible. Se requiere determinación y compromiso, comprendiendo que la familia provee identidad y estabilidad emocional al ser humano. Desarrollemos vínculos familiares que perduren, que edifiquen vidas. Este es el modelo de Dios para el desarrollo de la humanidad.
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