CABLE A TIERRA
Filgua: un esfuerzo contracorriente
Como que nada llegó julio y con él la Feria Internacional del Libro de Guatemala arriba a su decimoquinta edición. Será nuevamente en el Forum Majadas, en la zona 11 de la Ciudad de Guatemala, entre el 13 y el 23 de julio. En esta ocasión, Francia y su riquísima literatura es el invitado de honor. También se rendirá homenaje a Jesús Chico, hombre al que no tengo el privilegio de conocer personalmente, pero que es como una institución en el medio literario del país. Mis recuerdos personales de él datan de tiempo atrás, cuando un hermano mío que, en ese entonces, dividía su vida entre su pasión por la literatura y el arte, y su adicción a la ciencia, se animó a buscar quién le publicara. Fue Jesús Chico quien editó y publicó su Agonía del principio. ¡Cuántos como mi hermano han redituado de su pericia y experiencia! Alguien que ha aportado tanto al país y que merece el reconocimiento público que ahora se le hace.
Esa es otra cosa bonita de Filgua. No es solo un lugar o un momento en el año para vender libros; es un punto para el encuentro. Desde los niños que vienen con ilusión porque fueron premiados con venir a la Feria, para motivar su interés por la lectura, hasta personas ya interesadas en diferente gradiente, convergemos en ese espacio anual a favor de la lectura. Gente que quisiéramos que la cultura y el acceso a bienes y servicios culturales fueran política pública prioritaria y un ejercicio básico de derechos ciudadanos al alcance de todos.
¡Eso me gusta!, la noción de bien común que la Feria aporta: un espacio compartido del cual podemos —todos— disfrutar, indistintamente de nuestra capacidad adquisitiva, de nuestro género, edad, identidad y gusto literario. Una plaza literaria donde “cada quien deja de ser cada cual”, y todos somos bienvenidos, no solo aquellos que pueden pagar. Un lugar donde cada empresa editorial, cada librería une esfuerzos con los artistas y escritores nacionales para contar con un programa cultural y de reflexión literaria amplio y variado, que sea para el disfrute del diverso público que recibe la Feria.
Ya son 15 años de Filgua y lo que debiera ser ya un esfuerzo rutinario adoptado por el país sé que sigue siendo un enorme esfuerzo contracorriente que hace cada año la gremial de editores y gente que se mantiene afortunadamente empecinada en ese sueño de que la lectura nos hace más humanos, más ciudadanos, más conscientes de nuestro entorno y devenir compartidos. Cuando comenzó la Filgua, el Ministerio de Cultura y Deportes brillaba por su ausencia; veo que algo se ha caminado y ahora forma parte de quienes patrocinan este enorme esfuerzo.
Tal vez porque este primer semestre del año ha sido tan duro en términos políticos, económicos y, sobre todo, en términos humanos y sociales, siento que esta vez Filgua será, además, una especie de bálsamo; un oasis donde se pueda renovar el aliento de un futuro mejor, en medio del desierto en que se está convirtiendo el país. Por eso, desde esta tribuna, les aplaudo por seguir contracorriente. Por dar ese lugar a la gente que ya es reconocida en el mundo literario, pero que igual se emociona porque presentará su obra durante la Feria; a los nóveles autores nacionales y centroamericanos que presentarán aquí por primera vez su trabajo al público; a editores independientes y grandes y pequeñas editoriales consagradas allí presentes; todos, gente que sabe que va a contracorriente, en un medio hostil al pensamiento, a lo creativo, a lo innovador; gente que casi nunca logra vivir de su literatura, pero que igual sigue adelante, escribiendo, porque, sin ello, su alma se extingue. Y sin ellos, también la nuestra.
karin.slowing@gmail.com