CON NOMBRE PROPIO
Entre leyendas y milagros
Las leyendas son relatos mágicos con algo de verdad. Nunca sabremos cuál es la parte ficticia y cuál la real. De los milagros, cada quien tiene un testimonio, y ya lo dejó dicho don Albert Einstein, “hay dos maneras de vivir tu vida: una como si nada fuese un milagro, la otra es como si todo fuese un milagro”.
En lo personal, una leyenda que, desde que visitamos con Joaquín —un gran amigo— una pequeña iglesia encumbrada en Alta Verapaz, me da vueltas por la cabeza es que cuentan que en Tactic hicieron para conmemorar un cristo de tusa, y la idea fue llevarlo hasta el tope del cerro, lugar donde los indígenas del área desde tiempos inmemoriales hacían ceremonias espirituales con el objeto de converger las dos culturas. La imagen de Cristo fue subida, con las dificultades propias del terreno, y luego, cuando pretendieron bajarla al pueblo, pesaba tanto que fueron incapaces de levantarla y así se concluyó que el lugar era tan hermoso que había de construirse un templo. También cuentan que quien nació o vivió en Tactic está bendito por el Señor de Chi-Ixim (Chi-Ixim quiere decir a maíz).
El Señor de Chi-Ixim es resguardado en un templo que solo su visita eriza la piel. Antes se subía por cientos de gradas; hoy es mucho más fácil, pero se escuchan historias de todo tipo. No tengo la menor idea de qué parte de la leyenda será verdad o no, pero muchos milagros se atribuyen al Señor de Chi-Ixim y quiero creer sigue repartiéndolos, velas de todo los colores se encienden para pedirle un favor o por gratitud.
Hay varios lugares milagrosos, Esquipulas, San Francisco y San Felipe en la Antigua, Santo Domingo en Guatemala, San Nicolás en Quetzaltenango. A mí, en lo personal, Tactic fue ese lugar que quedó enretinado, y cuando quiero pensar en un milagro se me viene a la cabeza. Solo la vista al valle desde el altar mayor es una de las experiencias más increíbles que me haya hecho sentir un lugar.
Octubre fue el mes escogido para sensibilizarnos sobre el cáncer de mama. Sobre el particular, puedo muy poco aportar, pero sí puedo comentar que en estos momentos muchas familias hacen su particular lucha contra el cáncer —de todo tipo— y muchos de nosotros vemos amigos y parientes enfrentar la enfermedad.
Hace 5 años, justo en esta época, mi mamá salía de una complicación derivada de una larga operación que le fue practicada en mayo del 2013. Dos cánceres fueron extirpados —ni idea si es el término correcto—, uno en el riñón y otro en el colon. Dos tumores que no tenían nada en común, pero amenazaban. Hoy, un lustro después, la experiencia la podemos contar con muchísima alegría, satisfacción y gratitud. El fiambre en familia de aquel primero de noviembre fue otra cosa.
Nuestra experiencia, y que hoy me animo a compartir, es para dar ese aliento de esperanza y fe en que esa enfermedad sí puede ser vencida. Los médicos harán su labor, pero el cobijo de familia, la mano sincera del amigo y las oraciones, de cada quien a su Dios, sirven para enfrentarla. No solo de medicinas se lucha por la vida.
Al saber de una persona querida con cáncer o una enfermedad terminal, cierro mis ojos, recuerdo la vista desde el santuario de Chi-Ixim, me convenzo de que los milagros son reales y pretendo contagiar de alegría esa pelea, dura y difícil, pero que sin duda puede ser vencida, porque nosotros en nuestro metro cuadrado somos testigos de ello.
En octubre, un abrazo solidario a todos quienes luchan su batalla. Sin importar su religión o forma de vida, quiero creer que el Señor de Chi-Ixim les contagiará de valor y fe.
@Alex_balsells