MIRADOR
Enade 2016
Todos los Enade generan muchas opiniones y reacciones antes y después de que se celebren. El de este año, como otros, no ha sido diferente, desde esa perspectiva. Sin embargo, pude “respirar” algo particular y distinto a los demás.
Comenzó con un reconocimiento a la labor que lleva a cabo el MP, y su Fiscal General en particular, quien fue acogida con prolongados aplausos tanto en su intervención como cada vez que era mencionada o se destacaba la labor que lleva a cabo contra la delincuencia organizada. Hubo un llamado, con contundente reclamo, a la cooperación internacional para que deje de apoyar delincuencia, también organizada, de grupos/ONG que se erogan una representatividad de la que carecen y pretenden seguir humillando al ciudadano honesto con sus manifestaciones, abusos e invasiones de propiedad privada. El desarrollo no es posible —tampoco el empleo y la reducción de la pobreza— mientras vividores del conflicto continúen impunemente doblegando al país.
Se hizo un emplazamiento al Gobierno para que confronte sindicatos abusivos y chantajistas que por años se han aliado con el poder y promovido onerosísimos pactos colectivos que estrangulan el presupuesto y cualquier incremento de la recaudación impositiva. A los empresarios, además de animarlos a dejar de pagar mordidas a inescrupulosos gobernantes, se les exigió —a aquellos que prefieren la trampa a la legalidad— cumplir con sus obligaciones fiscales y ayudar a incrementar la base recaudatoria con la adhesión de ese 70% que prefiere —o no le queda de otra por los costes— continuar en la economía informal.
Se habló de la necesidad de subir impuestos. Este planteamiento ha venido “flotando” en el ambiente por años y pareciera ser que hay un consenso mayor del que se pudiera imaginar en orden a considerar nuevos valores impositivos, por encima, claro está, de los actuales. Un reconocimiento a la labor de la PNC y otras entidades del Estado que proveen seguridad fue otro de los aspectos que se pueden destacar de las intervenciones que se produjeron.
De los Enade se ha escuchado que “terminaban al día siguiente de su celebración”. Este puede —debe— representar, sin embargo, una catarsis social necesaria en el país para comenzar a configurar el horizonte posible, alejado de la vieja política, las viejas prácticas, la violencia como fin, el descrédito como medio, el indigenismo como antagonismo o la antiempresarialidad como discurso. Es hora, y eso evidenció precisamente esta edición del Enade, de señalar, visibilizar y apartar a quienes han hecho de la corrupción, el conflicto, el crimen y las malas prácticas una forma de vida. Es preciso enterrar un pasado que nos ancla en el subdesarrollo, no solamente económico.
Escuchar al presidente cerrar el evento completó esta dirección que apunta a la regeneración del país. Solicitó colaboración, consenso y apoyo desde el Congreso, con un tema muy delicado como es el de TCQ, oportunidad, según él —y que comparto— para posicionar al país en la región, promover el desarrollo y acabar con ciertas mafias que tradicionalmente han operado los puertos.
Muchas naciones, en un momento de su historia y por razones diferentes, hacen un alto y la correspondiente purga. En Guatemala están dadas todas las condiciones para que esa reflexión reconduzca el rumbo del país en la dirección correcta y “sentí” que en este Enade el ambiente que se respiraba era, precisamente, ese: el de asumir la responsabilidad del pasado para enfrentar con ilusión el futuro. Ahora queda la acción después de la exposición, a la espera de que, en esta ocasión, se emprenda un nuevo rumbo.
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