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En río revuelto, ganancia de pescadores

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En la actual crisis política que atraviesa el país se han identificado claramente tres grupos, el primero liderado —al menos visiblemente— por Jimmy Morales, que después de haber recibido el respaldo del secretario del Departamento de Estado de EE. UU., Michael Pompeo… ¡Se empoderó! demostrándolo con sus actitudes y comentarios. No se han enterado los gringos del monstruo que han creado. Para muestra solo fíjese en el metamensaje del derroche de fuerza policial y militar para la sesión solemne del Congreso.

En el segundo grupo están quienes apoyan la permanencia de la Cicig en el país, considerando que fue el propio Estado guatemalteco quien solicitó a las Naciones Unidas la creación de una comisión antimafias para combatir este flagelo en nuestro país. Lo que seguramente no midieron en su momento es que al ser un ente independiente las investigaciones tocarían a “personajes y estructuras sagradas”, que por décadas actuaron bajo esquemas de corrupción e impunidad en todas las instituciones del Estado.

No hay que olvidar que Guatemala había sido percibido por años como un país atractivo para los negocios ilícitos, un paraíso para narcotraficantes, mafiosos y políticos corruptos, etc. ¿Acaso la justicia guatemalteca hubiese sido capaz por sí misma y sin el acompañamiento de la Cicig de enjuiciar a personajes corruptos como los que hemos visto desfilar por los tribunales desde el 2015? No lo creo.

Pedir ayuda a otros países no implica una amenaza a la soberanía, vivimos en un mundo interconectado donde las naciones se apoyan mutuamente para poder enfrentar los desafíos, sea cual sea su naturaleza. Estados Unidos es uno de los países que más fondos ha aportado a la Cicig y desde su creación ha apoyado las investigaciones y el desmantelamiento de las estructuras criminales que operan dentro del Estado de Guatemala. Por lo que no es lógico que ahora quieran deshacer todo ese trabajo e inversión de un plumazo. Y si la exfiscal Thelma Aldana actuó incorrectamente debe ser investigada por el MP y la propia Cicig, porque nadie es superior a la ley.

Hay un tercer grupo —que son la mayoría—, los que están tan ocupados trabajando en la economía informal para “subsistir” que no tienen tiempo para pensar. Además, no saben leer ni escribir, no tienen acceso a redes sociales, no entienden lo que pasa en el país, ni siquiera saben el nombre completo del presidente; “el Jimmy”, le dicen. Para ellos, pase lo que pase, se vaya la Cicig o se vuelva aquí otra Venezuela, esta pobre gente seguirá en las mismas, inmersa en la ignorancia y la pobreza.

Aquí también hay quien tiene un empleo fijo, profesionales o pequeños empresarios; aunque quieren un país libre de corrupción, no les gusta involucrarse mucho y tampoco informarse profundamente de lo que sucede en el país, no pasan de mandar un tuitazo. La visión es que mientras ellos tengan su casa, comida, educación y su carrito… “Mejor no meterse a clavos”. Pase lo que pase, si no les afecta, mejor se mantienen al margen.

La población está cansada de funcionarios arrogantes y discursos confrontativos muy diferentes a la realidad: la economía está paralizada —y no precisamente por la Cicig—, las escuelas son un desastre, los hospitales están abandonados, no hay seguridad —más que para lucirse frente al Congreso—. Ni una sola institución gubernamental funciona correctamente, el Congreso es una aberración y el sistema de justicia colapsó.

El país está al borde de una gran crisis y tras los dos grupos que están activos en este conflicto existen poderes oscuros de ambos lados a los que les conviene que haya inestabilidad porque ellos salen ganando, pero finalmente quien pierde con esta crisis es Guatemala, y usted es Guatemala.

imagen_es_percepción@yahoo.com

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli

MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.