BIEN PÚBLICO
En el nombre de Dios
Muchas veces he pensado que debería prohibirse la utilización del nombre de Dios en los actos públicos del Estado guatemalteco. Sin embargo, parece ser que esta es la mejor señal para descubrir qué tan corruptos, hipócritas y cínicos son aquellos que tienen un poder otorgado por el pueblo, un tipo de medidor de sepulcros blanqueados —relucientes por fuera, pero corruptos por dentro (Mateo 23:27)—. Veamos algunos ejemplos.
El presidente Morales no deja de mencionar a Dios. Fue lo primero que hizo en su discurso de toma de posesión: «Gracias Dios mío por el privilegio que me has dado de servir a mi pueblo y a mi nación […]». Después vinieron los Q50,000 mensuales que se recetó de forma opaca con el apoyo del ministro de la defensa; el pacto de corruptos con el intento, por un lado, de expulsar al señor Iván Velásquez, comisionado internacional contra la impunidad en Guatemala, y por otro, de aprobar un presupuesto público que en 2018 sería su botín. Más recientemente ha tomado la irreflexiva decisión de trasladar a Jerusalén, la embajada guatemalteca en Israel. En el nombre de Dios.
Cincuenta diputados, ignorantes en muchos temas incluidos el derecho internacional y la historia, apoyaron la decisión tomada por Morales sobre el traslado de la embajada guatemalteca a Jerusalén. En el nombre de Dios. Sus voceros, quizá los más presentables de esta camarilla, fueron los diputados Juan Díaz-Durán, Aníbal Rojas, Marcos Yax y Fidel Reyes. De acuerdo a notas de prensa, el primero, está involucrado en el escándalo de los Panama Papers, con un bufete de abogados especializado en ocultar el nombre de los verdaderos dueños de las empresas que inscribe. El segundo, puede considerarse uno de los padrinos del pacto de corruptos, al empujar en su bancada la aprobación por urgencia nacional, el pasado septiembre, de las leyes pro impunidad. El tercero, ha propuesto una iniciativa para contar con un día nacional de la amistad entre la República de Guatemala y el Estado de Israel y otra relacionada con la «reactivación de la pena de muerte». En el nombre de Dios.
En la página del Congreso aparece que el diputado Augusto Reyes es ponente de una iniciativa con la que se dispone aprobar la lectura, enseñanza e instrucción bíblica en los establecimientos de educación. El mismo diputado, hace unos meses, fue sorprendido por los vigilantes en el parqueo de las oficinas del Congreso teniendo relaciones sexuales con una muchacha, según señala el reporte que agrega que dicho diputado casi no podía caminar de lo borracho que andaba. El diputado también está siendo investigado por delitos de estafa y lavado de dinero. Al parecer habría sido parte de actos de corrupción en la municipalidad de Samayac, cuando era representante legal de la oenegé «Destino al paraíso». En el nombre de Dios.
Ha visto usted cómo muchos de los involucrados en actos de corrupción llegan al juzgado con una biblia en la mano. Responden a los medios diciendo que en el nombre de Dios esperan se haga justicia; se ponen de rodillas y levantan las manos implorando a su dios, mientras miran de reojo a las cámaras para saber si se está transmitiendo su patético show a la sociedad.
Las personas que tienen una vida espiritual sana la fortalecen sin decir en vano el nombre de Dios, sin convertirlo en un eslogan publicitario. Además, son empáticas con las diferentes visiones de los demás y respetan el rol de lo público como un espacio laico para el bien de la democracia. Si son cristianas, saben que su fe se demuestra con actos, sin buscar el mérito o la aprobación pública.
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