IDEAS

El problema de los dipucacos

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Las componendas de esta semana entre los diputados para aprobar el mamarracho de presupuesto y elegir la nueva junta directiva son una muestra más de que hay mucho de podrido en el sistema político de Guatemala. Para muchos, el problema son los dipucacos y quisieran que, como mínimo, muchos de ellos fuesen linchados. Pero el problema va mucho más allá, el problema es el sistema y mientras no entendamos cuáles son las verdaderas raíces, seguiremos dando palos de ciego que serán aprovechados por los pícaros que continúen llegando a ejercer el poder.

La cuestión no son solo los malandrines actuales, el problema es un sistema que atrae a los peores representantes de nuestra sociedad. De nada sirve que enfoquemos nuestra ira en contra de los actuales sinvergüenzas si no hacemos el esfuerzo de cambiar ese sistema. Porque podremos salir de los actuales desvergonzados, pero si no se cambia el sistema, más temprano que tarde llegará una nueva camada de cínicos.

La mejor prueba de ello es la generación de diputados “depurables” que fueron echados del poder a principios de los noventa. En aquella época muchos ciudadanos hicimos el esfuerzo para lograr que salieran esos pícaros del poder, pero como no se cambió el sistema, al poco tiempo el Congreso nuevamente estaba cundido de rufianes, algunos incluso mucho peores que sus antecesores, tragedia que se sigue repitiendo hasta la fecha.

Y si queremos que las cosas cambien, primero hay que entender la raíz de los problemas y luego cambiar esas raíces. En el caso específico del Congreso, creo que lo más importante y crucial es reducir la distancia entre los que toman las decisiones y quienes se ven afectados por esas decisiones. Es decir, que los ciudadanos podamos votar directamente por los diputados, nuestros supuestos “representantes”, sepamos quiénes son y podamos reclamarles más directamente sus decisiones.

Para ello es necesario que insistamos y presionemos para que se aprueben reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) que abran la puerta a la votación directa por candidatos a diputados y a una participación más abierta no limitada al sistema de partidos políticos.

Según entiendo, en la propuesta actual se está proponiendo la división en “subdistritos” y un sistema mixto en el cual uno vota directamente por el candidato de su elección, pero todavía se hace una distribución proporcional a los votos que obtienen todos los candidatos de cada partido. Adicionalmente, se discute la posibilidad de que comités cívicos puedan postular candidatos a diputados. Todo eso es un avance, pero no es suficiente.

Se debe abrir el sistema a la competencia, a la participación de más personas, no limitadas por las barreras de entrada —que se vuelven proteccionistas— de los partidos políticos. Para ello se debe permitir que cualquiera se pueda postular a diputado, sea por un partido, por un comité cívico o independientemente. Y los resultados deben depender únicamente de los votos que recibe cada candidato y no repartidos proporcionalmente a los partidos.

Si no, es un simple engaño para darles atole con el dedo a los ingenuos que creerán que se les acercó el poder cuando en realidad los “dueños” de los partidos seguirán teniendo el poder en sus manos. Así que, ya sabe, si en verdad quiere que cambien las cosas y no seguir siendo gobernados por pícaros incompetentes, presione para que se hagan los cambios de fondo y no solo cosméticos. De la presión que hagamos los ciudadanos depende mucho para que se hagan cambios en este sentido, ya que los politiqueros no tan fácilmente van a querer soltar el poder.

Fb/jjliber

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).