CATALEJO
El jueves negro, 15 años después
Ayer se cumplieron 15 años de un acontecimiento crucial en muchos sentidos: el jueves negro. Turbas de hecho autorizadas por el ya fallecido Efraín Ríos Montt, jefe del Frente Republicano Guatemalteco y quien estaba obsesionado con participar en la contienda presidencial a pesar de la expresa prohibición de la Constitución de la República, se lanzaron a las calles de la capital para causar destrozos como medida de presión. El anuncio de ese ataque fue hecho poco antes por quien había participado en un golpe de Estado, y por eso no podía aspirar a la presidencia, cuando afirmó no poder controlar a sus simpatizantes si hacían manifestaciones violentas. En efecto ocurrieron, por primera vez en la historia política de Guatemala.
Guatevisión tenía cuatro meses de edad. A causa de su principal motivación, realizar un periodismo independiente, honrado y digno —como es el lema de Prensa Libre—, envió a sus reporteros a cubrir el pillaje. Fue la primera vez de una cobertura política televisada, y se decidió realizar una transmisión ininterrumpida. Los camarógrafos entregaban sus videos a un mensajero en moto, quien los llevaba a las instalaciones del edificio Tikal Futura. Pronto los guatemaltecos pudieron enterarse por televisión de los sucesos, y la sintonía de Guatevisión comenzó a subir. Esa transmisión se mantuvo dos días, el jueves negro y el viernes de luto. Allí despegó el aprecio ciudadano al noticiero.
Los números fueron impresionantes: 75,000 correos electrónicos, de espacio equivalente a 20 kilómetros de largo. Se debió alquilar un call center ante las miles de llamadas recibidas en el canal y el noticiero. Por supuesto, varios reporteros fueron víctimas de acoso agresivo de las turbas eferregistas, sobre todo quienes iban a cubrir las cercanías del edificio Centro Empresarial, de la zona 10, blanco de los ataques. Hubo amenazas del FRG contra el noticiero y hombres armados buscaban indagar sobre los reporteros. En esta turba incluso participaron diputados eferregistas encapuchados. La crisis provocada por estas acciones violentas sin precedentes se mantuvo durante un buen tiempo. Ríos Montt después fue autorizado a participar y quedó en un lejano tercer puesto, detrás de Óscar Berger y Álvaro Colom.
Párrafo aparte merece el colega Héctor Ramírez, ampliamente conocido por su tarea de Reportero X en la Radio Sonora. Murió de un infarto en su huida de los agresores. Han pasado 15 años y su muerte se unió a la de tanto periodista víctima de la violencia ciega. Su familia ha intentado, sin éxito, la deducción de responsabilidades por este crimen de Estado. Siempre he dicho, y lo repito ahora, quienes son los beneficiados de la libertad de prensa y del periodismo valiente y muchas veces temerario a causa de las circunstancias del país son los ciudadanos. Todos. ¿Y quiénes son las víctimas del ejercicio del periodismo en esa forma? Las viudas, los hijos. Quienes lloran ante la pérdida de un ser querido, para siempre ausente mientras el mundo y la sociedad siguen impertérritos.
En lo personal, recuerdo esa fecha como una en la cual comprobé las ventajas para la sociedad del periodismo independiente. Haroldo Sánchez reaccionó como debía, y los reporteros de aquel tiempo hicieron lo mismo. Se ganaron mi admiración. El noticiero se afianzó hasta el lugar donde se encuentra. Haroldo se ha mantenido como el mejor director de la televisión noticiosa del país, y lo digo porque hemos compartido empeños, alegrías y cóleras cuando nos hemos equivocado. A 15 años de distancia me doy cuenta de cómo sería la reacción de todo el equipo de periodistas de Guatevisión: de la misma manera como lo hicieron esa vez. En este tiempo hay otros enemigos del periodismo, escondidos o dando la cara desde demasiados sectores sociales. La batalla será la misma. Sólo cambian quienes no se aferran al poder.