VENTANA

El ejemplo del teocintle

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Duele ser testigos de lo que han sufrido   decenas de  familias al perder sus viviendas por el  fuerte sismo ocurrido  el   jueves 7 de septiembre. Xela, Suchitepéquez, Quiché, Totonicapán San Marcos y Huehuetenango fueron los departamentos  más afectados.  En junio,  esta misma  región sufrió otro sismo fuerte de  6.6 grados. Guatemala es un país sísmico pero  parece que se nos olvida.  No aprendemos la lección porque los  mismos problemas, pérdidas humanas y materiales  vuelven a ocurrir.  Esta recurrencia  provoca un  segundo  dolor, un dolor  mayor,  porque sabemos que “no  podemos detener los terremotos, pero sí podríamos detener a  la pobreza,” agregó el Clarinero.

Imagino a estas comunidades como esas pequeñas matitas silvestres que anhelan crecer pero nunca llegan a florecer. Como las matitas silvestres que brotan en una tierra inhóspita, reciben algunas gotas de lluvia y rayos de sol, pero no llegan a ser árboles. Nunca llegan a formar bosques frondosos, y menos aún, pueden desarrollarse como un ecosistema. La imagen de estas matitas silvestres que nunca crecen es una metáfora triste que refleja la realidad de cientos de comunidades rurales en Guatemala. Niñez desnutrida. Niñez abandonada. Niñas con embarazos no deseados que les interrumpe sus vidas. Aldeas inundadas por la basura que contaminan las fuentes de agua. La lista de los dolores es infinita. Pero el camino de víctimas no las sacará adelante.

Quienes se dedican al tema de desarrollo sugieren que es fundamental encontrar una solución sostenible. No es nada fácil. Comprende 3 etapas claves. Una, es encarar seriamente el problema. Dos, es encontrarle una solución que sea viable y sostenible. Tres, es encontrar la tecnología apropiada, el conocimiento, que tenga la capacidad de resolver el problema de una vez por todas. Aunque sea difícil aceptarlo, lo más duro es superar la fase uno: encarar el problema. Cuesta admitir que la culpa no la tienen las montañas ni los terremotos, sino que, el problema, está en nosotros. Cuando se pasa por el alto el problema, las soluciones que encontramos son a medias. Nunca llegamos a la tercera fase de consolidar nuestras soluciones vía una nueva tecnología. Viene a mi mente un ejemplo que cumple a cabalidad con estas tres etapas. ¡Ocurrió hace siete mil años! Los antiguos pobladores de los Cuchumatanes, Huehuetenango, resolvieron problemas complejos de sobrevivencia que propiciaron el surgimiento de la civilización maya y de las culturas mesoamericanas. Estas comunidades lograron la “domesticación” del teocintle, la versión primigenia del maíz moderno. El teocintle era una mazorquita diminuta. Por hibridaciones sucesivas la hicieron crecer hasta llegar a ser la mazorca de las milpas que comemos todos los días. Este milagroso cereal, unido al frijol y a la calabaza, formó la tríada alimenticia que nutrió pueblos enteros durante cientos de años hasta la fecha.

Si los mayas lo hicieron hace siete mil años ¿por qué no podemos resolver nuestros problemas ahora? Yo me imagino que es posible encontrar para esas comunidades un mejor futuro. Se debe combinar la riqueza que existe en las microrregiones de sus volcanes y valles para crear clusters de empresas “verdes.” Empresas de bosques, de plantas medicinales. Empresas de ecoturismo. Podemos construir hospitales que curen enfermedades en pacientes que necesiten elevar sus glóbulos rojos en su sangre. A más de 2,500 m de altura sobre el nivel del mar, la vida es otra. Estamos más cerca de las nubes, más cerca de los rayos curativos del sol.

P.S ¡Guatemala está en peligro por los 107 delincuentes que votaron a favor de la impunidad!

clarinerormr@hotmail.com

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