VENTANA

El dinero y la vida

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Conocí a Lynne Twist en un seminario en Miami sobre temas humanistas, hace 12 años. Lynne es una mujer extraordinaria. Es una experta activista que ha recaudado más de 150 millones de dólares para el Programa del Hambre en el mundo. Fundó la Alianza Pachamama, una organización que apoya a las culturas indígenas para preservar la selva amazónica en América del Sur. Conoció y apoyó las obras de Madre Teresa de Calcuta. A Lynne se le reconoce como una de las personas con más visión para erradicar la pobreza y el hambre en el planeta. Considera fundamental la ayuda con dignidad, empoderar a las personas para que ellas mismas se hagan cargo de su recuperación. Para Lynne, el mensaje de la “escasez en el mundo” es un mito, porque sí contamos con suficientes recursos para todos, pero todo depende de que no sean acaparados solo por unos pocos. Su misión la ha llevado a todos los continentes del globo, por lo que ha conocido personas inmensamente ricas, como también extremadamente pobres en el aspecto económico.

Lynne escribió un libro fantástico que lleva el título inusual, El alma del dinero, que recomiendo leer. Introduce su primer capítulo con la siguiente cita de Mark Kinney: “El dinero es como un anillo de hierro que nos ponemos en la nariz y nos conduce a donde quiere. Lo increíble es que se nos olvidó que fuimos nosotros quienes lo inventamos”. El mundo gira alrededor del dinero, pero ¿cuándo reflexionamos la relación que tenemos con el dinero para no perder de vista nuestra vida?

El dinero no es bueno ni es malo. Es una herramienta. Nosotros le asignamos el poder que deseamos. Puede enaltecer o desgraciar nuestras vidas. Todo depende de las relaciones que generemos con él y cómo lo utilicemos. Siempre tenemos la posibilidad de calibrar su manejo de acuerdo a nuestros valores, conservar clara la línea sutil entre el bien y el mal porque la humanidad ha esclavizado, matado y dañado al planeta por dinero. Hoy comento brevemente una anécdota que Lynne narra en su libro sobre la comunidad Achuar. Esa población vive en el corazón de la selva Amazónica en el Ecuador. Durante miles de años construyeron sus casas, educaron a sus hijos, vivieron en estrecha comunión con la naturaleza sin conocer el concepto del dinero. Eran prósperos, nada les faltaba. El término “suficiente” es parte de su sistema de intercambio basado en la confianza y en la reciprocidad con el otro. Su primer contacto con el mundo moderno fue con los misioneros en 1970. Veinte años más tarde los petroleros y las empresas madereras irrumpieron en sus territorios ancestrales. Muchas comunidades nativas sucumbieron a su presión. Sin embargo, los Achuar comprendieron que había llegado el momento de conocer el sistema de vida occidental para defender sus vidas, su cultura y la selva. Decidieron, entonces, aceptar la invitación de Lynne, para que el joven Chumpi Washikiat, de 26 años, viajara a Estados Unidos con ella y su esposo Bill, por un año. Lynne comenta que haber compartido un año con Chumpi fue una lección de humanidad insospechada. El cambio es parte de la dinámica en la evolución de los pueblos, y aunque el reto de los Achuar continúa hasta la fecha, porque nuestro sistema de consumo los pone a prueba a cada momento, para los Achuar el dinero es un medio para salvar su cultura y la selva (que beneficia a todos) pero no el fin.

P.S. “Mi apoyo y solidaridad al juez Miguel Ángel Gálvez”, cantó el Clarinero.

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