ESCENARIO DE VIDA

El consumismo de Estados Unidos

Mi estadía en estas semanas en Estados Unidos me ha hecho aprender las costumbres cotidianas de los norteamericanos, específicamente el consumismo que les caracteriza.

Un arquitecto me relató que en los basureros de los centros comerciales se encuentran docenas de lámparas y otras piezas de construcción o decoración completamente nuevas. La razón era porque los constructores compran más de lo que necesitan, por si se les arruina algo. No pueden darse el lujo de perder tiempo, por las multas. Para quienes trabajan en centros comerciales y saben de esta práctica de desechar objetos nuevos es como ganarse la lotería.

Con el consumo de alimentos, los hábitos son frecuentar restaurantes de comida rápida, lo que a la larga los vuelve obesos. Sin embargo, hay otro sector de la población que ya está buscando comida más sana y van a supermercados a comprar sus comestibles que no sean genéticamente modificados (GMO) ni tengan vínculo alguno con la Cia. Monsanto. Esta es una compañía pionera en la modificación genética de células vegetales (GMO) que ha introducido genes en plantas desde 1983. Se dice que es altamente contaminante y pone en riesgo la salud. Por ende, cada día vemos a más personas estadounidenses alejadas de los GMO y consumiendo productos orgánicos y naturales.

La Cia. Monsanto ha realizado ensayos en campos de cultivo modificados genéticamente en 1987, y hoy por hoy es una de las 10 mayores empresas químicas estadounidenses. Se ha deshecho de la mayor parte de compañías de menor tamaño entre 1997 y 2002, a través de fusiones, con la intención de controlar el mercado mundial. Es más, en Guatemala se había prohibido que entrara la Cia. Monsanto, pero según parece se vuelve a discutir en el Congreso. Lastimosamente, pese a la amenaza que conlleva, con dinero se compran voluntades.

Sin embargo, cientos de miles de estadounidenses están despertando y ahora van a supermercados especializados a comprar verdura y fruta orgánica. Por su lado, los supermercados que surten lo orgánico, como también los GMO, etiquetan debidamente los productos para que el consumidor sepa qué está comprando. Sin embargo, existe la contaminación cruzada en las instalaciones de procesamiento, donde también se manejan alimentos con GMO, y a veces paran contaminando el producto orgánico.

No obstante, uno de los mayores rechazos hacia Monsanto ha sido por la introducción del glifosato a nivel mundial, considerado altamente riesgoso, por ser un producto cancerígeno. Muchos científicos expertos en salud han dictaminado que el glifosato debe ser suspendido de las fumigaciones por aspersión aérea, pues puede producir problemas, no solo enfermedades como cáncer, sino también parkinson.

Recientemente un juez estadounidense dictaminó que el gigante químico Monsanto debía pagar 289 millones de dólares por haber causado cáncer a un jardinero con el herbicida glifosato. Por lo tanto, el primer caso judicial ha sido ganado. Como tiene sus ventajas al ser utilizado como desecante, para el control de plagas o para que los cultivos se cosechen más rápido, nos hemos hecho de la vista gorda.

El mundo está cambiando, pero no debemos permitir que cambie para mal. ¿Cuántos cientos de miles de casos de cáncer pueden haber relacionados al glifosato? El jardinero fue el primero en demandar y quizás se animen muchos más. Lo preocupante es que en Guatemala todos hemos estado expuestos al glifosato de forma indiscriminada. Sin embargo, ya es hora de que le demos de baja. Ojalá en el Congreso los diputados no se dejen comprar por el gran monstruo de Monsanto.

vidamordepaz@yahoo.com

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