EDITORIAL

Una voluminosa factura de dejadez y oscuridad

¿Qué incentivos para la inversión pública o privada puede haber para la generación eléctrica si no hay certeza del pago por dicho insumo?

¿Qué pensaría usted si una empresa a la que le ha dado crédito durante muchos años se niega a pagar sus facturas aduciendo que no tiene dinero, pese a que vende y obtiene ganancias del producto que se le está proveyendo? Resulta que el cliente moroso   se rehúsa a enderezar sus desbalanceados manejos contables pese a   las advertencias y requerimientos de cobro. Y pasan 10, 20 años, la deuda continúa creciendo y no paga, valiéndose de ardides legales dilatorios y promesas vacías de pago. La empresa deudora cambia de gerentes, que tampoco muestran la más mínima

intención de honrar el compromiso. Y de pronto, para mayor abyección, aparece un diputado bisoño que propone borrar, de un plumazo, mediante un acuerdo de condonación, el monto total de lo adeudado.

 Pues eso es lo que está ocurriendo con la deuda de 13 empresas municipales que no han pagado por la energía eléctrica provista por el Instituto Nacional de Electrificación (Inde), a lo largo de las últimas dos décadas. La crisis de impago viene desde hace más de 10 años y el saldo sigue creciendo. Las municipalidades cobran por el servicio de electricidad y cabe cuestionar qué hacen con ese dinero. Cualquier cosa menos pagar al proveedor. Y así le deben Q3 mil 186 millones al Inde; es decir, al Estado, a los tributantes.

El 29 de febrero, el congresista de primer ingreso Faver Emilio Salazar Cordero, representante del partido Valor por Jalapa —cuya empresa eléctrica municipal adeuda Q186 millones al Inde— propuso condonar todo el adeudo y que, como se dice popularmente, “se empiece de cero”, así nomás, sin investigar las finanzas ni deducir responsabilidades de cuentadancia. Lo más irrisorio es que la iniciativa plantea que de esa manera se promoverá la inversión.

¿Qué incentivos para la inversión pública o privada puede haber para la generación eléctrica si no hay certeza del pago por dicho insumo? Quizá haya buena intención, pero ya el viejo adagio se puede parafrasear diciendo que de buenas intenciones está empedrado el camino de las lesividades. Las comunas serias y responsables, en pleno uso de su autonomía, podrían emprender negociaciones para enfrentar la deuda de forma escalonada y consecuente. Otra opción podría ser que ante su insolvencia esas “empresas” municipales desaparezcan, pues solo son bastiones de discrecionalidad y botines tentadores de efectivo corriente.

También es llamativa la pasividad de anteriores administraciones del Inde ante un incumplimiento creciente que resulta perjudicial para el erario.  Más bien se aprovechó la laxitud para constituir otras “empresas” paralelas que tenían nexos con exdirectivos para proveer energía a los hospitales y que a causa de dicho trato enfrentaron problemas de suministro para atender a los pacientes. Pese al disparate, no existe ninguna pesquisa ni consecuencia legal a la vista.

Condonar una deuda de tal magnitud sería un pésimo precedente que obligaría a concesiones similares. Ello, a su vez, se convertiría en incentivo perverso para que actuales y futuras administraciones de las “empresas” municipales se sigan haciendo de la vista gorda con el ingreso. Se entrecomilla “empresas”, porque si lo fueran hace mucho habrían solventado sus cuentas o estarían quebradas. En efecto, para el propio Inde este agujero económico pone en riesgo nuevas inversiones para el suministro de los restantes 327 municipios. El peor servicio es aquel que no existe. Es tiempo de que las 13 comunas morosas busquen vías de honrar su compromiso y aclaren sus cuentas, porque en estas condiciones solo sería un borrón y una nueva cuenta morosa.

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