EDITORIAL

Un árbol de grandes oportunidades

Se espera que para febrero de 2025 puedan enviarse los primeros cargamentos de aguacate Hass guatemalteco.

El glifo que simboliza el mes 14 —de 20— del calendario maya Ha’ab es un árbol de aguacate. Claramente se ve el tronco y los frutos colgantes: una  evidencia de su origen mesoamericano y cuyo cultivo formó parte de varios pueblos de la región, incluyendo a los mayas. Esto resulta curioso al conocerse que Estados Unidos por fin autorizó  el ingreso de exportaciones guatemaltecas de aguacate de la variedad Hass, la cual también tiene su propia anécdota histórica pero en cuya composición genética pesa más el influjo de la variedad guatemalteca, según análisis científicos.

Se espera que para febrero de 2025 puedan enviarse los primeros cargamentos de aguacate Hass guatemalteco, un fruto cuya demanda se ha incrementado de manera acelerada y cuyo principal proveedor ha sido México, que es, de hecho, el mayor exportador mundial. El anuncio del Departamento de Agricultura llega después de casi tres décadas de intentos; el actual proceso de autorización comenzó hace un lustro. Ambos lapsos generan el cuestionamiento acerca de qué otros productos guatemaltecos tendrían posibilidades de exportación a Estados Unidos pero aún no cuentan con los avales necesarios.

En todo caso, la venta de aguacate a Estados Unido constituye una gran oportunidad para los productores locales, pues hay amplias posibilidades de ganar preferencia de consumo, dada la proverbial calidad del fruto guatemalteco. En efecto, hace más de un siglo el científico Wilson Popenoe viajó a Guatemala, enviado por el gobierno estadounidense, para explorar la diversidad genética de árboles de aguacate. Recorrió prácticamente todo el país y describió las excelentes cualidades de este producto natural. Todavía no existía la patente del granjero Rudolph Hass solicitada en 1935.

Hass, quien antes había sido comerciante y cartero, plantó, hacia 1926, semillas de aguacate guatemalteco en un terreno que adquirió en California. A los arbolitos jóvenes les hizo injertos de la variedad mexicana, pero uno de esos árboles rechazó los injertos. Como si fuera una representación del pasaje evangélico, Hass pensó en arrancar el árbol, pero un amigo le dijo que no lo hiciera. Lo dejó allí, y tres años después dio frutos de  altísima calidad, exq   uisita consistencia y sabor deleitable. Lo patentó con su nombre y el resto es historia, porque dicha variedad se convirtió en la predominante.

Desde la década de 1990, la demanda de aguacate en Estados Unidos sobrepasa a la producción local. El 90 % de sus exportaciones proviene de México. República Dominicana y Sudamérica proveen cerca de un 6 %, aunque no necesariamente son de la favorita, Hass. Tan solo en  2023, Estados Unidos consumió   mil 400 millones de toneladas. Se espera que, en un primer año, Guatemala exporte  unas mil 700 toneladas métricas  por valor de US$14.5 millones, pero la expectativa es que dentro de un lustro pueda llegar a 15 mil toneladas métricas, según el anuncio de la Embajada.

Es de resaltar que antes de este nuevo destino comercial, las exportaciones de aguacate guatemalteco se dirigían a Reino Unido, Países Bajos y Costa Rica, con aproximadamente una cuarta parte cada uno; Honduras compra 15 % y El Salvador, 6 %. El horizonte para este nuevo rubro de exportaciones luce prometedor, sobre todo por sus potenciales beneficios para productores locales, pequeños y grandes. Sin duda alguna, parte de las exigencias   estadounidenses incluyen el comercio justo y la equidad de oportunidades. En todo caso, esta historia muestra que la persistencia, la calidad de procesos y el apoyo institucional siempre rinden frutos.

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