Solo previsión frenará auge de males crónicos
La educación es siempre la mejor herramienta preventiva.
Múltiples, pesadas y a menudo angustiosas son las cargas cotidianas para los hogares en donde uno o varios de sus integrantes padecen alguna enfermedad crónica no transmisible, como diabetes, hipertensión, insuficiencia renal o cáncer. No son las únicas, pero sí las de mayor incidencia y crecimiento en la última década, con frecuente cauda mortal. En muchos casos afectan al padre o la madre, sostén económico del hogar. Por la situación económica, los pacientes se ven generalmente obligados a acudir a servicios públicos de salud para paliar los síntomas.
A pesar de existir factores prevenibles y predecibles, la cantidad de casos se ha multiplicado en una década y con ello la demanda de servicios públicos de salud, sobre todo en hospitales. Para los hogares, una enfermedad crónica se convierte en un lastre para la calidad de vida de quien la padece, pero también para aquellos con quienes convive. En las empresas, estos males constituyen causa de ausentismo, con el correspondiente impacto productivo.
Por ello resulta importante que el Ministerio de Salud y otras entidades asistenciales como el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social fortalezcan sus estrategias de atención a estos cuadros, pero a la vez recuperen el verdadero sentido de la salud preventiva. En efecto, entre las situaciones que más detonan males cardiovasculares se encuentran el sedentarismo de la vida moderna, la ingesta de alimentos con exceso de sales, grasas y glucosa, así como el estrés cotidiano. En nuestra época, en la cual el tránsito constituye un suplicio constante, el estrés y la inmovilidad se intersectan para acrecentar los riesgos de presión alta o diabetes, o ambas. Parece una avalancha incontenible, pero no hay que perder la esperanza.
La educación es siempre la mejor herramienta preventiva: las entidades de salud deben difundir mayores campañas de promoción de la alimentación balanceada con pertinencia cultural; las universidades con carrera de Nutrición y Medicina pueden enfocar alguna práctica o seminario con este abordaje. A la vez, desarrollar estrategias creativas de alimentación sana puede convertirse en una motivación virtuosa en el hogar.
Por otra parte, la promoción de la actividad física, con un mínimo de cien a 150 minutos semanales, puede marcar la diferencia entre padecer o no diabetes u otros males cardiovasculares. Lamentablemente, bastantes espacios públicos de barrios y municipios se han convertido en sitios peligrosos, por lo cual la inseguridad también atenta contra la salud preventiva. Aunque estamos en tiempo de vacaciones, es en escuelas y colegios donde debe incentivarse la cultura de mejores prácticas físicas y nutricionales. De hecho, los niños y jóvenes suelen ser los mejores voceros de cambios en sus familias.
La implementación de campañas de salud gratuitas y públicas en colonias, mercados e incluso empresas privadas podría ser una acción innovadora, de alto poder preventivo, a fin de detectar síntomas incipientes. En el caso del cáncer de cérvix y de seno, el fomento del cuidado anticipado ha roto tabúes e incluso salva vidas. Del lado estatal, se necesita, por ende, ampliar el acceso a servicios básicos de salud mediante clínicas móviles, capacitar más y mejor a médicos, enfermeros y salubristas para poder identificar síntomas y poder ayudar a pacientes crónicos. Finalmente, pero no menos importante, la solidaridad comunitaria debe evolucionar para que entre vecinos se fomente el cuidado mutuo y la autoestima para potenciar el cuidado previsor.