EDITORIAL

Sexto retraso de proceso judicial denota encono

Es el país cuna de un premio nobel con escuelas destruidas y un pendenciero como líder de los maestros.

Existe una frase referente a la suspicacia detonada por situaciones repetitivas: “Una vez es coincidencia, dos es casualidad y tres es la acción de un enemigo”. Y aunque proviene de un novelista inglés, Ian  Fleming, es innegable que en Guatemala, con frecuencia, la realidad supera con creces la ficción,  a menudo de maneras descomunales. ¿Ejemplos?   Guatemala es un país lleno de riquezas, pero miles de niños mueren lentamente de desnutrición; un país donde murieron 41 niñas quemadas hace más de siete años y todavía no hay sentencia ni han sido  juzgados todos los mandos involucrados; un país que debería ser núcleo mundial de turismo a gran escala, pero tiene un aeropuerto anquilosado y rutas incomunicadas; un país competitivo e innovador, saboteado por la sinvergüenzada y la mediocridad politiqueras.

Es el país cuna de un premio nobel con escuelas destruidas y un pendenciero como líder de los maestros; es el país  de exfuncionarios, exdiputados, excandidatos e incluso exmagistrados vinculados con fraudes, amaños, desfalcos, tráficos de influencias y obras desastrosas que andan libres, felices, acusando farisaicamente a otros y   en apariencia  blindados contra pesquisas.

“Una vez es coincidencia, dos es casualidad…”  y seis, prácticamente una evidencia,  sobre todo si se trata de una secuencia de rezagos, suspensiones y maniobras judiciales que bloquean un proceso o, peor aún, violan garantías constitucionales al impedir el ejercicio del derecho de defensa de un ciudadano y anulan la presunción de inocencia. La sexta suspensión de una audiencia judicial en el caso del periodista Jose Rubén Zamora, esta vez por una recusación de un tercer querellante,  metido con calzador, prolonga la prisión preventiva dictada por jueces que también muestran seguir un cierto patrón.

 El próximo 29 de julio se cumplirán dos años de la detención  de  Zamora en “prisión preventiva”, sin  que ninguna autoridad judicial superior se digne a inquirir por una supervisión ética y legal del caso.  Es más, las anomalías judiciales del proceso por supuesto lavado de dinero condujeron a que  se anulara el juicio en el que fue declarado “culpable”. Una sala de Apelaciones halló irregularidades procesales, entre ellas el prolongado bloqueo al expediente de acusación.

La Fiscalía persigue  a  Zamora por tres presuntos delitos; sin embargo, dado el tiempo transcurrido, los recursos invertidos, los secretismos extendidos y la abusiva prolongación de la prisión preventiva, el asunto tiene pinta de encono y más parece un proceso de la dictadura sandinista o un capítulo negro de El Señor Presidente. Las dilaciones no muestran fortaleza, sino debilidad; no firmeza, sino discrecionalidad, y justifican aún más los vehementes llamados nacionales e internacionales para la excarcelación del periodista.

La prolongación de su prisión perdió todo viso de preventiva y confirma una  dedicatoria represiva, debido a que el caso surgió cinco días después de una publicación en la que aludía al expresidente Alejandro Giammattei, quien dos meses antes había reelecto a la fiscal Consuelo Porras. Una suspensión es coincidencia, dos son casualidad, seis ya son una demostración de represión, mala intención o grave incapacidad para administrar la ley en un estado de Derecho y asegurar el cumplimiento de derechos fundamentales. Existe una denuncia en el Organismo Judicial en contra del juez Jimmi Brenner por suspender sin causa justificada  tres audiencias del periodista Zamora. Ya es tiempo de que la supervisión de tribunales y la propia CSJ se ocupen de esta prisión preventiva que ya parece una condena sin juicio.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: