EDITORIAL

Remesa de realidades contradictorias

Cada año egresan unos 120 mil jóvenes de diversificado, pero solo un pequeño porcentaje de ellos logra insertarse en el mercado laboral.

Septiembre apenas despunta y recibe una noticia que es  positiva, y a la vez reflejo de un persistente drama que separa familias y sustrae talento humano y fuerza laboral guatemalteca: las remesas enviadas por migrantes guatemaltecos desde Estados Unidos superaron por primera vez los US$2 mil millones en un solo mes. De enero a agosto, el país ha recibido más de US$14 mil millones, con lo cual se consolida como  la mayor fuente de divisas para la economía nacional. Las proyecciones del Banco de Guatemala para fin de año apuntan a más de US$20 mil millones, otra cifra inédita que hoy no parece imposible de alcanzar en cuatro meses. En ocho meses del 2024 se superó el total de remesas del 2015 y 2016.

 Estos montos son la más clara evidencia de la constante salida de guatemaltecos, sobre todo jóvenes, de todos los departamentos,  en especial de regiones de la provincia  rumbo a Estados Unidos, en busca de las oportunidades laborales y de prosperidad que aquí les están vedadas a causa de la pobreza, la deficiente educación y la escasez de empleos u oportunidades de emprendimiento en sus comunidades. Hasta abril, la Cancillería reportaba 3.2 millones de connacionales en EE. UU.

El rezago económico se debe  al desinterés de sucesivos gobiernos devenidos en camarillas de saqueo y amaño de negocios para el enriquecimiento ilícito. Poco les importa el desarrollo educativo, la capacitación técnica agrícola o el apoyo a los pequeños y medianos comercios que generan más del 50% de empleos. Asimismo, el azote de la delincuencia,  mediante extorsiones desde las cárceles, impide el crecimiento de pequeños negocios de barrio o provincia, y la falta de certeza jurídica a causa de transas judiciales o aplicación discrecional de las leyes desincentiva la inversión extranjera.

Cada año egresan unos 120 mil jóvenes de diversificado, pero solo un pequeño porcentaje de ellos logra insertarse en el mercado laboral, y  más reducida es la fracción que logra acceso a una carrera universitaria, que deja una cifra por demás exigua. Esta limitación de oportunidades, en medio de premuras económicas para las familias, orilla a muchos ciudadanos a cruzar la frontera hacia un camino incierto.

Por otra parte, cabe mencionar que si bien existe empleabilidad de personas en ciertos sectores productivos,  carecen de un requisito fundamental que no se enseña de manera apropiada en las escuelas: dominar el idioma inglés.  Hay miles de plazas disponibles en compañías de BPO y centros de contacto que quedan vacantes, con el riesgo de que se vayan a países vecinos  donde existen políticas sostenidas de capacitación masiva en un segundo idioma. Mientras tanto, el gobierno actual retiró Q70 millones que estaban destinados a becas de inglés, debido a que ningún ministerio quiere hacerse cargo con diversos pretextos. Y por si fuera poco, los migrantes que logran llegar a EE. UU. se encuentran allá con la barrera idiomática.

Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la economía guatemalteca resalta su estabilidad, pero subraya el aporte de las remesas migrantes y destaca su carácter no sostenible, porque muchos  están en situación irregular y dependen del desempeño económico y en años como este, del resultado electoral. El FMI destaca la salida de mano de obra laboral, una realidad que golpea cada vez a más sectores productivos del país, por ejemplo en el área de conductores de camiones u operarios de equipo industrial. A largo plazo la meta debe ser dejar de ser un país exportador de personas, aunque ello exige acciones integradas de Estado en los campos de la educación, la seguridad y la infraestructura vial y digital.

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