EDITORIAL

Que el turista vuelva

Se debe subrayar la necesidad de asegurar la preservación de los entornos ecológicos y la mitigación del impacto de visitantes.

Quien visita Guatemala debe volver para admirar más de sus maravillas naturales, culturales, históricas y arqueológicas, con la proverbial hospitalidad del guatemalteco. Tal debería ser una la consigna para la atracción de más turistas a partir de este 2024, año que podría cerrar con tres millones de visitantes, una cifra récord que ya se perfila a partir de otra: de enero a noviembre, el país tuvo 714 mil 433 visitantes, entre extranjeros y no residentes en el país, cuyo motivo declarado de viaje es el turismo, un crecimiento del 15% respecto del 2023.

Tales cifras son producto de la buena combinación entre el ímpetu del sector privado y  una coherente gestión gubernamental en esa materia, así como una mejora en la promoción y en la imagen de Guatemala como destino turístico. Pero una cosa es atraer viajeros y otra que salgan con una experiencia tan satisfactoria que los deje con ganas de volver y de invitar a amigos o familiares para que programen unas vacaciones positivamente inolvidables en la tierra del quetzal.

Pero que quede claro que se necesita de una hoja de ruta nacional para favorecer una expansión mayor de este sector que va más allá de estadías y rutas de atractivos; se trata de una industria del descubrimiento, la aventura, el descanso y también el aprendizaje, de la sorpresa, de la generación de memorias, emociones y valoraciones felices. Todos los países enfocados en ser destinos turísticos globales lo tienen como misión, y para ello efectúan mejoras constantes en conectividad aérea, infraestructura vial, seguridad pública y mantenimiento al detalle de destinos.

En este mismo espacio se comentó la designación de San Juan del Obispo, Sacatepéquez, y de Uaxactún, Petén, dentro de la honrosa lista Best Tourism Villages de la Organización Mundial del Turismo, tras lograr calificar en una exigente evaluación. Conseguir que en los próximos años entren los otros cuatro pueblos nominados o muchos más debe ser el objetivo, no solo del Inguat, sino de alcaldías, gobernaciones, Congreso y Ejecutivo, en conjunto. Esto implica priorizar obras físicas y programas de formación en las comunidades.

Por supuesto, es importante el desarrollo y la promoción, con claros criterios de sostenibilidad ambiental, de nuevos puntos de interés. Por ejemplo, Petén, con toda y su extensa riqueza ecoarqueológica, no pasa del 10 % de visitantes totales; algo similar ocurre con Alta Verapaz y Quiché, que tienen maravillosos ríos, deslumbrantes cascadas y balnearios, de los cuales tienen merecida fama internacional  unos cuantos, pero no son los únicos.

Se debe subrayar la necesidad de asegurar la preservación de los entornos ecológicos y la mitigación del impacto de visitantes. La rica biodiversidad natural del país es la gallina de los huevos de oro, y debe seguir siéndolo por décadas. Países como Costa Rica, Perú o Nueva Zelanda han apostado por la conservación, no solo por motivos climáticos sino productivos y económicos. Si al tesoro de flora y fauna se le suma la rica herencia colonial y prehispánica guatemalteca, estamos en presencia de una auténtica joya que despertará la fascinación de muchos más turistas. Se ha iniciado con buen pie una ruta correcta, hay que robustecerla con visión y convicción.

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