EDitorial

Patria Grande

Festejamos a Guatemala y a los pueblos hermanos con el ideal de llegar a ser lo que alguna vez anhelamos: una Patria Grande para todos.

Prácticamente nadie evoca el bicentenario de la Constitución de la hoy inexistente República Federal de Centro América, un anhelo de unión de los cinco Estados que formaron parte de la Capitanía General de Guatemala, cuyo fin llegó el 15 de septiembre de 1821. Reyertas entre bandos polarizados impidieron la formación inmediata de una sola gran nación istmeña. Componendas elitistas condujeron a la anexión a México, un experimento que terminó con una salida abrupta y la pérdida del territorio de Chiapas.


Sí, tres años después de la Independencia, se proclamó una unión de cinco Estados, inspirada en la federación argentina y también en la entonces reciente conformación de los Estados Unidos de América, bajo reglas democráticas, gobiernos locales y una administración federal electa cuya sede se instituyó en Guatemala, pero que formó rivalidad con el gobierno del Estado guatemalteco. Y de allí no pararon las disputas, las rivalidades, las zancadillas, los extremismos que llevaron a una guerra regional y a la disolución de facto hacia 1840.


En 1847, Guatemala fue proclamada como una república independiente y cada nación centroamericana hizo lo mismo, sin que se volviera a recuperar el afán auténtico por una integración total. El Sistema de Integración Centroamericana (Sica) es una instancia de carácter económico y comercial que ha obtenido avances como apertura de fronteras, agilización de aduanas y circulación con el documento local; sin embargo, en el plano político y democrático cada quien hala por su lado.


Basta ver la dictadura bicéfala en Nicaragua, que ha cercenado libertades de acción, expresión, reunión, organización e incluso de credo, debido a una intolerancia patológica propia de un dictador extraído de cualquier caverna decimonónica. Pero tales ánimos de intransigencia y opacidad también se observan en Honduras, cuya mandataria enfrenta actualmente un escándalo de proporciones alucinantes, literalmente, debido a pretéritos acercamientos de su cuñado y su sobrino con narcotraficantes, algunos de ellos convictos. El partido “Libre” pretendía la reelección el próximo año, pero ahora eso es incierto. Ni hablar de El Salvador, con su zar autocrático.


Hablamos de los vecinos, pero aquí tenemos el techo de cristal y ya con varios de ellos quebrados, sobre todo a causa de los rezagos en seguridad nutricional, en infraestructura vial y hasta en la eficiencia de gestión de los tres poderes del Estado. El asedio contra la democracia durante el segundo semestre de 2023 y ciertos estertores recientes exhiben las debilidades institucionales y el lastre que representa aún la falta de cuentadancia real y deducción de responsabilidades de funcionarios de turno.


Aun así, se conmemora la efemérides del 15 de septiembre de 1821, como punto de partida que conecta con aquel noviembre de 1824, cuando se emitió una Carta Magna en la que se pregonaba la igualdad, la finalidad de afianzar “los derechos del hombre y del ciudadano sobre los principios inalterables de libertad, igualdad, seguridad y propiedad —así como— establecer el orden público”. No hace falta palabrerío ni demagogia para indicar el camino para las aspiraciones presentes. Festejamos a Guatemala y a los pueblos hermanos con el ideal de llegar a ser lo que alguna vez anhelamos: una Patria Grande para todos.

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