EDITORIAL

Ojo cívico sigue paso a paso elección de cortes

Hay planillas con tan poca propuesta y tan pobre planteamiento que hacen rifas por redes sociales.

Es evidente la gazuza de ambiciones de oscuros negociadores y mafias que pululan alrededor del proceso de postulación y elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia y salas de Apelaciones. Quieren tener alfiles venales a su servicio en ciertas instancias y para ello apuestan inconfesables cifras u ofrecimientos, como si se tratara de una ruleta de conveniencias y no de la institucionalidad viva en la aplicación de leyes. Así actuaron en 2014, con la complicidad de dos partidos hoy extintos que más bien eran partidas de compinches de la transa, la maña y el tráfico de favores.

En 2019 intentaron otra vez el truquito, con ayuda de rectores para nada rectos y de tipos cuya avidez se notaba y se sigue notando a lejos. Cabildeos a escondidas de magistrados, diputados e incluso postuladores salieron a luz gracias al ojo atento del ciudadano. Aquel destape obligó a que la elección fuera de viva voz en el Congreso, pretexto utilizado por el anterior oficialismo para demorar la elección de nuevos magistrados, a los que tácitamente sentenciaron a ejercer cargos por menos de 11 meses al mantener en tiempos extra a la CSJ electa por el contubernio PP y Líder. Y por medio de peones sacrificables al desgaste, siguiendo el símil del ajedrez, todavía se intentó tumbar el actual proceso de postulación y elección para alargar el período de los magistrados actuales.

 La Corte de Constitucionalidad, en virtud del mismo fallo que ordenó —finalmente— la elección en noviembre de 2023, dejó en firme la inamovilidad del plazo constitucional que fenece el próximo 12 de octubre. Exactamente dentro de cuatro meses deben estar asumiendo los sucesores. El respeto a ese lapso es crucial y cualquier intento de sabotaje o de retraso bajo pretextos espurios sería sintomático y notorio, dados los precedentes.

Los rectores dieron buen ejemplo al elegir a los presidentes de las dos postuladoras de manera pública y excluyendo a personajes plagados de señalamientos. Los magistrados ya eligieron representantes y los decanos se aprestan a la exigente labor de calificar perfiles. Solo queda pendiente la elección de representantes del Colegio de Abogados, en donde, para variar, hay planillas con maldisfrazados avales y actividades financiadas con recursos públicos. Se delatan estos vasos comunicantes ante el ojo ciudadano y la observación institucional, por lo cual se espera que el gremio del Derecho tenga el suficiente juicio para separar el trigo de la paja.

 Hay planillas con tan poca propuesta y tan pobre planteamiento que hacen rifas por redes sociales, como si se tratara de una lotería de feria y no de un proceso trascendental para la justicia de todos los guatemaltecos. Los agremiados serios del Cang deberían sentirse insultados en su inteligencia y conminados a relegar a quienes quieren comprar su voto con un pedazo de cerdo asado o un volante repartido por una edecán. Tales tácticas distan de la estatura profesional de su carrera y es, a todas luces, un desesperado apéndice de quienes temen perder sus palancas y alambiques de discrecionalidades al servicio de la corrupción.

El anuncio de la Organización de Estados Americanos de nombrar una misión de observadores de la elección de Cortes constituye un signo de apoyo a la ciudadanía guatemalteca que defendió los resultados electorales en 2023 y que audita el devenir de máxima institucionalidad de la justicia: esa es la fuerza con la cual no pueden los vendepatrias, los güizaches ni los operadores del bajo mundo. El ojo cívico sigue el día a día de la configuración de postuladoras y continuará atento a sus procedimientos. La justicia es de Guatemala y de los guatemaltecos, de nadie más.

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