EDITORIAL

Medidas por dictar deben ser pertinentes

Después de semanas de permisividad y hasta de mensajes contradictorios y malos ejemplos por parte de autoridades, delatadas en actividades sociales sin distanciamiento, se pregona desde ayer la imposición de medidas adicionales de restricción para frenar el aumento de contagios de covid-19. Cierto, esta semana se registró el número más más alto de casos detectados: 2 mil 13 en una sola jornada; sin embargo, la reacción parece y es tardía, sobre todo si los efectos colaterales de las mismas serán dañinos para la endeble economía de muchas comunidades.

Apenas a unos días de que se presentaran cifras alentadoras de recuperación y nuevas proyecciones de crecimiento económico resultaría ilógico que se estableciesen cordones que entorpezcan el comercio e impidan el aún incipiente pero esperanzador flujo de turistas a diversas localidades. En todo caso, han sido las mismas autoridades las que descuidaron los controles vigentes de aforo y costo sobre el transporte de pasajeros, el cumplimiento de medidas obligatorias de sanitización en los mercados y hasta la misma supervisión de entrada aeroportuaria, en donde se limitaban a revisar el papel que trajeran los viajeros sin constatar digitalmente su veracidad.

Es necesario prevenir un incremento desmesurado de casos, pero a la vez debe reconocerse que la causa del actual repunte estuvo en el largo descanso de Semana Santa, no en otras variables. Pero si tanta es la preocupación gubernamental entonces bien pudieron gestionar más eficiente y oportunamente la compra de vacunas, bien pudieron priorizar una ordenada y ágil vacunación en asilos, bien pudieron evitar el barullo que atrajo a cientos de adultos mayores a centros de vacunación cuando todavía no era el momento.

La misma paradoja se puede encontrar en el lavado de manos que efectuara, literalmente, el Ministerio de Salud en plena Semana Santa, al mejor estilo de Pilatos, al dejar a cargo de los planteles educativos y del Ministerio de Educación la definición de procedimientos para un eventual retorno de niños y adolescentes a las aulas físicas. Si bien el mismo no se ha concretado, se creó una expectativa y una brecha de posible riesgo que ahora mismo estaría por ser revertida, lo cual evidencia improvisación o simple conveniencia.

En lugar de dictar medidas que podrían interpretarse con otros motivos, bien podrían tomarse ya las previsiones necesarias para sistematizar con seriedad, organización, distanciamiento y sin aglomeraciones innecesarias la vacunación de adultos mayores. Son ya decenas de miles los inscritos y todavía no existe una instrucción clara sobre los lugares a donde deben acudir sin poner en riesgo su integridad. Más aun; el registro y ordenamiento de ciudadanos para las siguientes fases debe arrancar desde ya, tanto si se empleará una base de datos nueva como si se emplea, por ejemplo, el padrón electoral. No está el tiempo ni la situación sanitaria para improvisaciones, fallos digitales de último minuto y mucho menos excusas que intenten culpar a la misma población después de omisiones notorias del gobierno.

La divulgación de las restricciones anunciadas debe ser clara, detallada, concisa y sin contradicciones ni imprecisiones ni digresiones distractoras ni terminologías confusas, puesto que se trata de un asunto de vital interés público y de efecto económico. Finalmente, tales disposiciones deben estar fundamentadas en criterios médicos y no en aventuradas hipótesis. De lo contrario, crecerá la sospecha de que son más un distractor que una acción de responsabilidad.

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