EDITORIAL
Lucro con la tragedia y la esperanza ajena
El 11, 12, 15 y 18 de septiembre, la Policía Nacional Civil reportó varias detenciones de migrantes haitianos en Esquipulas, Chiquimula; San Agustín Acasaguastlán, El Progreso; y Escuintla. Todos transitaban por el país en ruta a Estados Unidos sin el correspondiente permiso de ingreso. Hasta allí todo aparentemente normal y rutinario. Pero el caso es que hay más viajeros de esa nacionalidad y de otras proveniencias que entran por la frontera Agua Caliente y llegan a Esquipulas prácticamente enfrente de agentes policiales, soldados y personal de Migración.
Desafortunado es decirlo, pero también se dan casos de sobornos a policías, según relatan algunos de esos migrantes, con quienes reporteros de Prensa Libre y Guatevisión pudieron conversar en el municipio de Esquipulas, la capital centroamericana de la fe, que debido a estas prácticas impunes parece haberse convertido en la capital de la trata de personas. Los relatos de los viajeros indocumentados incluyen la descripción de penurias y necesidades, tanto en sus lugares de origen como en el trayecto, a lo cual se suman exacciones de ciertos elementos, más el pago a coyotes que los trasladan en vehículos con vidrios polarizados que no son detenidos en retenes policiales.
Es necesario señalar que, durante esta cobertura, en un retén policial se le marcó el alto al vehículo de Prensa Libre y Guatevisión. Nuestros periodistas se identificaron plenamente, presentaron sus credenciales y se les permitió continuar su marcha hasta la frontera de Agua Caliente. Sin embargo, en el retorno, apenas una hora después, se les volvió a parar y a requerir la documentación, pero esta vez ocurrió algo llamativo: los agentes fotografiaron dichos documentos.
El lunes último, las agencias de noticias internacionales reportaron la crisis de miles de migrantes haitianos en la frontera de México y Estados Unidos. Surge la pregunta acerca de cuál fue el camino que recorrieron para llegar hasta allí. Una de las fotografías brinda una pista de su paso por Guatemala: una madre haitiana sostiene a su hijo dormido, quien reposa sobre una bolsa de tejido típico en el cual se lee claramente el nombre de nuestro país.
En efecto, durante el recorrido periodístico pudo constatar la presencia de migrantes de varias nacionalidades, incluyendo haitianos, en las cercanías de hoteles y cajeros automáticos del área urbana esquipulteca. Las dudas afloran: ¿Quiénes son los agentes del Estado involucrados en esta clase de tráfico? Si no están involucrados, ¿cómo explicar el ingreso y estadía de tantas personas? ¿Por qué operan con toda libertad los vehículos desde la frontera, si se trata de un área sensitiva y de reconocido alto flujo de personas indocumentadas?
Si las altas autoridades de Gobernación y Defensa conocen algo de estos sucesos y no han actuado, cabe cuestionar por qué. Si argumentan desconocer lo que está ocurriendo en esta frontera, quiere decir que no están cumpliendo con su tarea de seguridad. En la edición impresa de hoy, el noticiero Guatevisión y nuestras plataformas digitales se exponen imágenes y descripciones de los hallazgos, con la finalidad de que se emprendan pesquisas internas efectivas y se refuercen los controles, incluyendo la vigilancia de los puntos “ciegos”. Y si esto pasa en una zona relativamente custodiada, cuánto más no pasará en otros tramos donde operan estas redes de tráfico de migrantes que lucran con la tragedia ajena, que con frecuencia tiene el rostro de familias desamparadas en busca de un sueño incierto.