EDITORIAL
Lucha antidesnutrición vuelve a ser relegada
¿Para qué existe una secretaría nutricional que no tiene recursos para atender aquello para lo cual fue creada y nombrada?
Los números suelen ser fríos y a veces hasta parece que reducen duras realidades a simples datos sin rostro. Sin embargo, también dan una perspectiva objetiva de un vistazo, y en cuanto a la lucha contra la desnutrición los números muestran que, en sus casi 10 meses, el actual gobierno ha vuelto a relegar la atención a la desnutrición infantil: 52 niños han muerto por esa causa en ese mismo lapso y hay 112 casos “pendientes de confirmar”. En contraste, los programas para atender este flagelo han tenido una reducción de Q339 millones, según datos provistos por la Secretaría de Seguridad Nutricional (Sesán), presentados en una citación legislativa.
Quizá uno de los datos más reveladores del desinterés es la reducción en el rubro de dotación de micronutrientes: le quitaron Q209 millones. ¿Y para qué? Los recursos se utilizaron para contratar más plazas de personal temporal y permanente: más burocracia, cuya pertinencia y efectividad cabe cuestionar, pues tanto la lucha contra la desnutrición como los servicios de salud siguen reflejando penuria. Millones de recursos fueron a dar también al aumento salarial indiscriminado otorgado en 2023 a 32 mil salubristas, en una jugada electorera que no funcionó pero que pesa y pesará a los guatemaltecos; sobre todo a la niñez necesitada.
También se destinaron recursos para la construcción de 74 puestos de salud, pero para cuando estén terminados y funcionando, si es que llegan a estarlo, habrán pagado el precio más niños que necesitan comer hoy, que no tienen meses para esperar auxilio y que ya, de por sí, pueden tener daños en su desarrollo neuronal a causa de la inanición. Y sí, para todo hay discursos, excusas y descripciones rimbombantes de supuestos programas “interinstitucionales”, pero se resume en una sola palabra: desinterés.
Bastante abuso, abandono y muertes se padecieron en el anterior período, cuando incluso se utilizaron recursos del préstamo Crecer Sano, financiado por el Banco Mundial, destinados al combate de la desnutrición, para cubrir gastos de funcionamiento, supuestamente por una intersección de funcionalidades burocráticas, pero que en términos prácticos no abonó en nada al objetivo primordial: salvar vidas y asegurar el desarrollo físico de neonatos e infantes. La famosa y publicitada Ventana de los Mil Días es otro abordaje, dirigido a las madres gestantes y lactantes, cuyo seguimiento ha sido discontinuo.
Tampoco es que se crea en las buenas intenciones declaradas por los diputados interpelantes. Tienen sus intereses políticos y avidez de regresar al Ejecutivo, donde algunos de ellos tuvieron cuestionables gestiones. Sin embargo, los cuestionamientos por muertes infantiles son válidos y deben tener respuestas concretas, tangibles y serias. En todo caso, la titular de la Sesán, Mireya Palmieri, adujo que las reducciones en programas no dependían de su autoridad, pues los manejos de recursos y programas son decisión de los ministerios que integran el Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Conasán).
Entonces la siguiente pregunta obligada es: ¿Para qué existe una secretaría nutricional que no tiene recursos para atender aquello para lo cual fue creada y nombrada? Y eso trae a colación los anuncios del expresidente Alejandro Giammattei Falla, de candidato, acerca de cerrar la Sesán por inoperante, por constituir un nido de plazas y por falta de resultados. Pero no la cerró. Ahí sigue. Quienes no están más allí para reír ni soñar son los 52 niños guatemaltecos que fueron sentenciados a morir por el solo hecho de ser pobres. ¿Será que este gobierno tampoco puede ni quiere actuar?