Editorial

Los estados divididos de la opinión posdebate

Tanto los comandos de campaña, aliados y figuras prominentes del partido Republicano como del partido Demócrata de Estados Unidos proclamaron la victoria de su respectivo presidenciable.

Tanto los comandos de campaña, aliados y figuras prominentes del partido Republicano como del partido Demócrata de Estados Unidos proclamaron la victoria de su respectivo presidenciable, el exgobernante Donald Trump y la actual vicemandataria Kamala Harris, en el debate electoral   desarrollado  el martes 10 de septiembre en la noche, en Filadelfia, auspiciado por la cadena ABC. El anterior encuentro, del 27 de junio, fue una auténtica debacle para el presidente Joe Biden, quien lució confuso y titubeante. Trump “ganó” aquel primer —y último— pulso que condujo a la renuncia de Biden a la candidatura, el 21 de julio, bajo tácita presión partidaria.

El endoso lógico de la candidatura fue para Harris, cuya sola edad invirtió los papeles en la carrera contra Trump, quien solía acusar a Biden, dos años mayor, de ser demasiado viejo para gobernar la superpotencia. Con una mediática y casi fílmica proclamación oficial como candidata en la convención demócrata, Harris le cambió el tablero al magnate que ha proseguido los ataques contra los que considera errores de Biden y, de hecho, esa fue la tónica del debate del martes. Trump tenía buenos temas y hechos notorios para desgastar a los demócratas, pero cedió a ciertas provocaciones de Harris e incurrió en varias afirmaciones ambiguas o infundadas, que fueron cotejadas por los moderadores.

A su vez, Harris hizo uso de su experiencia como abogada litigante —fue fiscal general de California— para colocar minas verbales,  provocar el temperamento de su interlocutor y reaccionar con gestos irónicos ante ciertas declaraciones.  La vicepresidenta evadió responder con detalle ciertas preguntas y lo disimuló con arengas; Trump  hizo lo mismo, sobre todo respecto de la   toma del Capitolio, el 6 de enero de 2020, y en seguir sin reconocer la derrota de hace cuatro años.

Cada candidato buscó defender a su respectivo público, ya que, según análisis, los votantes indecisos rondan apenas el 8%. Convencerlos depende de datos, hechos y afirmaciones racionales; es decir con   cifras y resultados —negativos o positivos— más una dosis de toque emotivo. Sin embargo, el debate es solo una exposición de hora y media precedida de secuencias de sucesos de impacto político, tales como las críticas a Trump por tomarse fotografías  en el área más sacra del cementerio militar de Arlington y divulgarlas con aire propagandístico, pese a que dicha zona está vedada para todo acto político o electoral.

Harris explotó la irascibilidad del magnate, quien mantuvo la compostura y respondió con diatribas, responsabilizándola del manejo de la crisis migratoria. A la vez, ella le devolvió el favor al señalar el sabotaje republicano en el Congreso a la propuesta de reforma migratoria lanzada por Biden en 2021. De nuevo, cabe recordar que, por más temas geopolíticos que se trataran, incluyendo Ucrania e Israel, Harris y Trump le estaban hablando al ciudadano indeciso, incluyendo a los que supuestamente ya tomaron partido pero con dudas.

Decir que uno u otro “ganó” el debate resulta en este momento irrelevante, pues todavía   faltan poco menos de dos meses para la cita de noviembre. El desempeño de la economía continuará siendo uno de los disparadores de apoyos de último momento.   Aún no se sabe si habrá un segundo debate. Los demócratas lo habrían propuesto y esto fue aprovechado hábilmente por  Trump para decir que se debe   que “perdieron” el primero. A su vez, si no aceptara o no se presentara a una eventual nueva cita, tendría sus lecturas. Finalmente, Pensilvania, ciudad sede del encuentro, se ubica en uno de los 10 estados “bisagra” que realmente decidirán el 5 de noviembre.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: