EDITORIAL

Inversiones necesitan certeza y sostenibilidad

Resultan alentadoras las previsiones de potenciales inversiones de compañías estadounidenses en el país, expectativa anunciada por autoridades que han sostenido algunas ruedas informativas en dicha nación, una ofensiva que ocurre a la mitad de la administración de Giammattei Falla y cuyos resultados reales se corroborarán en el 2022. Para fines promocionales suena fantástico el anuncio, pero la clave a largo plazo no está solo en la llegada de nuevos capitales, sino en su permanencia, éxito y expansión, lo cual precisa de certeza jurídica, credibilidad institucional, coherencia de políticas gubernamentales y el fortalecimiento de factores de competitividad.

No se debe dejar de lado atajar los posibles focos de conflictividad, lo cual requiere un manejo legal, social y humano de las concesiones y beneficios para los municipios y comunidades involucrados en potenciales proyectos. Asimismo, se necesita seguridad civil garantizada, pues en ocasiones existen grupos irregulares, vinculados con mafias, que buscan mantener el estado de pobreza, apartamiento y marginalidad de los territorios, como el caso de la hidroeléctrica Ixquisis, que sufrió tal cantidad de ataques y sabotajes que no solo debió suspender operaciones, sino que ha planteado un proceso de arbitraje por pérdidas que podrían costarle millones de dólares al país.

Obviar los análisis del contexto nacional y regional sale mucho más caro que hacerlos e implementar las mejoras necesarias, que incluyen optimización de la red vial, mejora en las posibilidades de conectividad y la garantía de verdadera competencia, un aspecto en el que el país lleva desventaja, al carecer de esa ley, largamente relegada por diputados, ya sea por desidia o intereses ulteriores.

Señalar las carencias estratégicas puntuales causa molestia a quienes promocionan una Guatemala de una sola perspectiva. No está mal el optimismo ni hay nada de criticable en visualizar nuevos horizontes, es un ejercicio necesario y proactivo, pero que no puede aislarse de desafíos obviados por este gobierno, como el rezago educativo, el mayor de América Latina, que lastra las capacidades —comunicativas, matemáticas, multilingües, tecnológicas— de la futura población económicamente activa, el mayor capital que ofrece el país a los potenciales inversionistas y a la vez el principal beneficiario en empleos y oportunidades de tales expansiones empresariales.

Referencia objetiva de esta visión integral es lo que informó el presidente del Banco Mundial, David Malpass, al mandatario Alejandro Giammattei Falla, en la reunión sostenida en Washington el martes último. Malpass reafirmó el compromiso de apoyar al país en “inclusión social, nutrición, agricultura, cadenas de valor y cambio climático”. Según el comunicado, el funcionario del BM exhortó al gobernante guatemalteco a “fortalecer las reformas anticorrupción y a promover el estado de Derecho”, a fin de lograr mejores resultados de desarrollo para “el pueblo de Guatemala”.

El enfoque competitivo no riñe con el humano. Malpass, cabeza de un ente financiero global, resaltó “la necesidad de acelerar la implementación del proyecto Crecer Sano”, enfocado en combatir el rezago de talla y peso en niños afectados por desnutrición crónica, cuyos fondos otorga el BM y que también constituyen una inversión, la más importante, la más vital, la más futurista: acabar con ese flagelo para tener una población económicamente activa sostenible.

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