EDITORIAL

Inversión textilera exhibe potencial geoestratégico

La instalación de esta planta de 12 mil metros cuadrados en Guatemala, con tecnología de punta y áreas de negocios, forma parte de una apuesta de crecimiento hemisférico.

El acto oficial de inauguración de la planta de textiles elásticos del gigante catalán Nextil —localizada en Fraijanes, Guatemala— se celebró ayer, pero el inicio de operaciones fue en abril: un afortunado y elocuente dato que denota altos objetivos de competitividad. En otras palabras, el tiempo es oro, o más bien textil de alta calidad. Sí, dicha fábrica está funcionando y, por ende, generando oportunidades laborales y de negocio desde abril último.

Nextil es acrónimo de Nueva Expresión Textil, corporación fundada en 1954, la cual ha sobrepasado por múltiples retos de época y procesos de transformación, fuertes desafíos de mercado, momentos críticos y renovación de estrategias productivas. De hecho, la instalación de esta planta de 12 mil metros cuadrados en Guatemala, con tecnología de punta y áreas de negocios, forma parte de una apuesta de crecimiento hemisférico, después de haber cerrado dos fábricas en territorio de EE. UU., cuyos costes de producción eran comparativamente más altos.

Justo es allí donde entra en juego la posición geoestratégica de Guatemala, relativamente cercana a los puertos estadounidenses de ambas costas y con proximidad a la economía más grande del mundo para efectuar rondas de negociación, participar en ferias industriales o ampliar sus alianzas estratégicas, ya de por sí impresionantes. Grupo Nextil tiene actualmente unos 350 proveedores internacionales y más de 580 clientes, en Norteamérica y Europa. El Tratado de Libre Comercio de EE. UU., Centroamérica y República Dominicana (Cafta) constituye un componente clave para la atracción de esta inversión de más de Q300 millones, que también trae consigo los altos estándares de calidad textil europea para plantar competencia a fábricas de mayor costo logístico.

No está de más mencionar el compromiso de los inversionistas de marras con el medioambiente, al utilizar energía renovable, instalar plantas de tratamiento y aprovechar las aguas pluviales, todo bajo estándares vigentes en Europa y EE. UU. Las cifras y metas de producción son pasmosas: desde el inicio de operaciones hasta agosto último, se produjeron 3.5 millones de yardas, unas 30 mil yardas al día. Para diciembre del próximo año, la meta es de 10 millones de yardas producidas.

Queda claro que tan vasta inversión es muestra de confianza en el potencial guatemalteco, pero también en la mejora del estado de Derecho, la certeza jurídica y la estabilidad democrática. Apenas ayer esbozábamos el paradigma de desarrollo económico que corre paralelo con la solidez institucional de las naciones. En Guatemala aún persisten rémoras en ciertas instancias que utilizan potestades de manera discrecional, arbitraria y guiada por animadversiones o avenencias politiqueras, un lastre que se ha ido combatiendo gracias a la creciente conciencia ciudadana de su carácter dañino sobre el clima de negocios y la competitividad. Asimismo, la presencia del presidente de la República, Bernardo Arévalo, en la ceremonia inaugural es una deferencia representativa en virtud de su cargo. Pero su comparecencia entraña y asume un tácito compromiso con el impulso de mejoras en el clima de negocios, el desarrollo de infraestructura vial, digital y portuaria, así como el cumplimiento del espíritu constitucional. Es actualmente el primer responsable de solventar entuertos carreteros como el socavón de Palín-Escuintla y prevenir el deterioro de otros tramos sensibles, en lo inmediato. El compromiso histórico con la competitividad está en trazar y empezar a ejecutar megaproyectos que aprovechen la valiosa vocación geoestratégica del territorio guatemalteco.

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