Editorial
Día del Migrante: miles de hermanos en vilo
¿Cómo se prepara el Estado guatemalteco para recibir a esos ciudadanos y, sobre todo, para aprovechar las habilidades que traen?
Hace un cuarto de siglo, la Organización de las Naciones Unidas declaró el 18 de diciembre como Día Internacional del Migrante y el Refugiado, para visibilizar el drama y los desafíos de personas que se ven forzadas a abandonar su comunidad de origen por diversas razones como pobreza, desempleo, violencia, guerras. En el caso guatemalteco, todas estas situaciones se han sucedido como causas del éxodo hacia Estados Unidos. Primero fue el absurdo y brutal conflicto armado; después, la violencia de pandillas, extorsionistas y narcobandas que a la fecha asuelan regiones rurales y urbanas e impiden la prosperidad de pequeños emprendimientos, talleres y familias.
La precariedad de muchas áreas de la provincia, la falta de oportunidades de inserción laboral para jóvenes y la ineficiencia estatal para promover el desarrollo integral, la seguridad nutricional y la productividad competitiva han detonado la expulsión de miles de guatemaltecos hacia el norte. A inicios de este año, el cálculo oficial era de 3.2 millones de connacionales en la Unión Americana, de los cuales al menos el 70 % se encuentra con un estatus migratorio irregular.
Los pedidos de un Estatus de Protección Temporal (TPS, en inglés) que podría favorecerlos, por tener 10 o más años en dicho país, han sido infructuosos. El gobierno de Joe Biden se ha hecho de oídos sordos, a pesar de que Guatemala es el único socio geopolítico leal y confiable en la región. Todos los otros países del Istmo juegan a dos bandos con intereses chinos y rusos, pero pese a ello tienen TPS hasta la fecha. Mientras tanto, millones de guatemaltecos trabajan con calidad, producen con energía y pagan impuestos en EE. UU., a la vez que envían remesas a sus familiares, un acto de amor que se ha convertido en un pilar económico.
En poco más de un mes asumirá la Presidencia de nuevo Donald Trump, ganada gracias a su encendido discurso antimigrantes y esta vez con una mayoría legislativa en ambas cámaras. Sus nombramientos y previsiones presagian una estrategia de remoción masiva de personas indocumentadas, incluso con ayuda del Ejército y policías de estados con posturas intolerantes a la migración. Ello tiene a cientos de miles de hermanos guatemaltecos en vilo. El Gobierno de Guatemala afirma tener contactos con las nuevas autoridades, pero si no ha logrado hacer un cabildeo eficiente, constante y asertivo por el TPS, ¿qué hará ante una política más agresiva?
EE. UU. es un país de instituciones y derecho. Habrá muchos recursos legales que ayudarán a ciertos casos para diferir o suspender deportaciones bajo ciertos argumentos, mas no todas. Los congestionamientos de casos en cortes migratorias también podrían jugar a favor de la estadía de algunos, pero previsiblemente habrá impactos y retornos forzados. ¿Cómo se prepara el Estado guatemalteco para recibir a esos ciudadanos y, sobre todo, para aprovechar las habilidades que traen?
Y aunque antes del final de su período el gobierno de Biden otorgara el TPS, los consulados guatemaltecos actualmente no dan abasto para cubrir la demanda de documentos de identificación. ¿Qué pasaría ante una oleada masiva de solicitudes con plazo perentorio? Hasta para poder defender una estadía ante una corte se necesitan constancias, asesoría y trámites consulares que hoy son limitados, por falta de recursos, a pesar de que es el aporte de esos migrantes lo que sostiene la economía. La Cancillería debería estar emitiendo recomendaciones a compatriotas sobre cómo prepararse para reaccionar y actuar en caso de ser detenidos por querer buscar el sueño de una vida mejor.