EDITORIAL

Cuna del sagrado maíz

Investigaciones científicas, arqueológicas, antropológicas y también biológicas confirman lo que la memoria oral transmite a través de lenguaje simbólico en relación con el origen del maíz, el cereal de mayor producción en el mundo y también el más consumido en Guatemala, en donde no se concibe al menos un tiempo de comida acompañado de las consabidas tortillas de masa, que en algunas regiones, atribuladas por la pobreza y la falta de oportunidades, es el único alimento disponible, apenas con un poco de sal o chile. Por duro que parezca, esa es la realidad y, aun así, el maíz sigue siendo símbolo ancestral de esperanza.

Lamentablemente, buena parte del tesoro genético de semillas nativas se ha ido perdiendo debido al uso de grano genéticamente modificado, que puede dar algunas ventajas de resistencia a plagas o rendimiento por mazorca, pero que debe ser comprada en cada siembra en lugar de la antigua tradición de reservar los mejores ejemplares de la cosecha para destinarlos a una ulterior plantación. Afortunadamente, aún hay campesinos que siguen esta práctica.

Existen en los relatos cosmogónicos mayas, incluyendo el Popol Vuh, referencias específicas a la región en donde, literalmente, nació el maíz: un lugar llamado Paxil, cuya ubicación concreta ha sido posible en buena medida gracias a las décadas de trabajo académico y exploración del antropólogo guatemalteco Carlos Navarrete, premio nacional de literatura del 2005, cuyo aporte histórico aún no recibe total reconocimiento y ni siquiera ha llegado a las aulas escolares.

Se menciona el factor educativo, porque es fundamental la instrucción desde la primaria hasta el diversificado, para que más guatemaltecos puedan poder conocer y valorar el patrimonio natural del país. El mismo abarca a las variedades de maíz cultivadas desde hace siglos, pero también aquellas no domesticadas que fueron antecesoras del Zea mays, nombre científico de la especie actual. Investigaciones científicas recientes han logrado identificar al menos seis ancestros del maíz, de los cuales dos fueron hallados en estado silvestre; todo un valioso banco genético, dado que estas plantas han germinado en condiciones adversas y sin cuidado alguno.

En un territorio localizado entre Colotenango, San Ildefonso Ixtahuacán y La Libertad se encuentra Paxil, ese prodigioso sitio en donde el maíz fue localizado y convertido en grano de primera necesidad para el pueblo maya. Por desgracia, los sitios arqueológicos del área son poco conocidos y menos aún conservados, pese a su crucial importancia en relación con el maíz. Peor aún, estos municipios, sobre todo Ixtahuacán, se encuentran dentro de los que tienen mayores índices de pobreza y vulnerabilidad alimentaria, con altos índices de desnutrición infantil, una total paradoja que debería ser corregida como punto prioritario de una agenda seria de Estado.

Sin lugar a equívocos, Guatemala puede definirse como la tierra de los hombres y mujeres de maíz, a causa de la dependencia directa de este cereal en la dieta nacional. Esto mismo debería conducir a políticas sostenidas de protección del banco genético local, investigación constante sobre su evolución y potencial, además de una mejor difusión de la cosmovisión dentro de la cual la masa de maíz fue la base fundamental para la creación del ser humano.

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