EDITORIAL
Ciudadanía puede renovar el Congreso
Resulta notoria y lamentablemente lógica la reticencia de varios partidos en cuanto a comprometerse a emprender cambios reales que conduzcan a una mayor calidad del desempeño de diputados, la despolitización de la designación de cortes y el abordaje de cambios legales que permitan una evolución del Estado hacia una mayor eficiencia de cara los desafíos competitivos de la tercera década del siglo, que ya está a las puertas.
El cuarto foro cívico Decisión Libre, de Prensa Libre y Guatevisión, con el auspicio de la Embajada del Reino Unido, estuvo dedicado a discutir las propuestas partidarias para el próximo Congreso. Se contó con la participación de 2o organizaciones políticas, pese a fueron invitadas todas las que proponen candidaturas a diputados distritales y por Listado Nacional ante el TSE, para las elecciones generales del próximo 16 de junio.
Los cuestionamientos planteados por jóvenes universitarios evidenciaron una denodada conciencia sobre la preocupante realidad que arrastra al Congreso a ser el poder del Estado con menor credibilidad. El desprestigio de los diputados se refleja en la desconfianza de un 92% de la población, según los datos de la reciente Encuesta Libre. Y no es para menos: varias bancadas se han decantado por apoyar a conveniencia al oficialismo o mantener un silencio cómplice que agrava el desgaste de la institución llamada a ser la máxima representación popular.
Algunos delegados expresaron en el citado encuentro una postura opuesta a rendir mejores cuentas sobre el actuar de sus bancadas, a despolitizar procesos de postulación de magistrados y a frenar prácticas negligentes que entorpecen el camino al desarrollo.
La ciudadanía puede analizar detenidamente las intervenciones en el foro, sacar sus propias conclusiones y actuar en consecuencia. El objetivo de actividades informativas de este tipo es salir de la indiferencia y escapar de toda amnesia inducida a fuerza de discursos y afiches.
El 13 de septiembre de 2017 se consumó en el pleno el Pacto de Corruptos, que pretendía garantizar inmunidad a secretarios generales partidarios señalados, pero con ello iban a beneficiar a condenados por decenas de delitos. La indignación ciudadana emergió ante semejante atropello. Los diputados, entre los cuales se cuentan varios que ahora aspiran a la reelección, incluyendo tránsfugas, dieron marcha atrás. Ahora llega el fin de su período y en manos de cada votante está su continuidad o la renovación.
Con total equidistancia de las propuestas partidarias expresadas en el foro, desarrollado en igualdad de condiciones de participación, es posible descubrir algunos compromisos de transformación, propuestas de depuración y un horizonte de cambio generacional, además de profesional, que podría elevar el nivel del debate legislativo para rescatarlo del cieno al cual lo han conducido nefastas conductas.
El Congreso debe volver a ser una institución de servicio público, un foro donde prive el bien común, un espacio para la discusión asertiva. La próxima legislatura debe dejar atrás esas fatuas sesiones en las que un representante habla y los demás conversan en corros irrespetuosos; debe erradicar el despilfarro de un presupuesto provisto por una nación en donde hay poblaciones que padecen hambre; debe dejar de ser una feria de favores para asumir con humildad, integridad y estatura ética la tarea de respetar la soberanía que el pueblo deposita en ese hemiciclo.