EDITORIAL

Cerrado pulso en recta final electoral de EE. UU.

Al menos 36 millones de votantes actuales son de origen hispano.

Cabe comenzar diciendo que dentro de 10 días culminarán las elecciones de Estados Unidos con una decisión que no solo marcará a la persona que ocupará la presidencia de 2025 a 2029, sino también definirá los 435 escaños del Congreso —dominado desde las elecciones de medio término de 2022 por los republicanos— y 34 de cien asientos del Senado —actualmente dominado por los demócratas—. Esta combinación de resultados definirá el rumbo y el alcance de quien quede a cargo de la Casa Blanca.

Si bien la vicepresidenta Kamala Harris arrancó con amplia ventaja tras su nominación como candidata, hace dos meses, el expresidente Donald Trump ha cerrado brecha. Existen estados que tradicionalmente los republicanos y los demócratas consideran como sendos bastiones. Es necesario recordar que quien gana cada Estado obtiene cierta cifra, desigual, de delegados electorales. El objetivo es alcanzar el mínimo de 270 requeridos para un ganador.  Pero hay siete estados oscilantes, es decir, históricamente impredecibles, en los cuales la ventaja en intención  es de solo décimas y a veces hasta en centésimas, según múltiples encuestas y sondeos.

 Estos siete estados son Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Míchigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin. Juntos reúnen  93 delegados electorales. Si se toman como base los estados “seguros”, hasta ahora Harris tiene unos 222 delegados potenciales y Trump tendría 219. Ambos necesitan 270, y por eso han concentrado buena parte de sus esfuerzos en visitar ciudades y condados de esos estados. Trump apuesta por criticar el desempeño económico, el liderazgo de Biden en el exterior y lo que denomina “invasión” migratoria. Harris apela a la atención de salud, a desmentir al exgobernante exhibiendo las cifras positivas de empleo y exaltando la democracia.

El tema migratorio es crucial para muchos países latinoamericanos, pero sobre todo para Guatemala, cuya economía depende de las remesas enviadas por connacionales, las cuales son una quinta parte de las divisas anuales. El discurso del republicano agita los temores de deportaciones masivas de indiscriminadas, y a la vez recuerda las separaciones de familias durante su presidencia. Actualmente viven 3.2 millones de guatemaltecos en EE. UU., según cifras de la red consular del Minex,  dos tercios  de los cuales no cuentan con documentos legales pero aportan trabajo e impuestos a la economía.

La posibilidad de una reforma migratoria se ha visto lastrada  por tres décadas, debido  a la resistencia de sucesivos congresos, que dejan el tema de lado por falta de acuerdos y, a menudo, por temor al qué dirán  sus electores distritales, sobre todo en el caso republicano. Este año se generó un movimiento de migrantes guatemaltecos en favor de la solicitud de un estatus de protección temporal (TPS) para compatriotas, el cual puede ser declarado por Biden. Hasta ahora, 60 congresistas y 22 senadores han expresado su apoyo. Todos demócratas, ningún republicano, a pesar de ser Guatemala un aliado incondicional de EE. UU. en la región. Es, de hecho, el único país del Triángulo Norte que no tiene este beneficio, así que no solo es una cuestión política, sino geoestratégica.

Al menos 36 millones de votantes actuales son de origen hispano, aunque ello no necesariamente marca su preferencia partidaria. Sin embargo, las diatribas antimigrantes del aspirante republicano tienen un sesgo negativo porque los acusa incluso de robar empleos, pese a que muchos de esos trabajos son rechazados por ciudadanos estadounidenses. Por el otro lado, en el 2023 hubo 55 mil deportaciones desde EE. UU., en pleno gobierno demócrata.

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