Editorial

Bienvenida la vida

Es importante que los ciudadanos actuales se hagan más responsables de sus decisiones, sobre todo en materia política y de designación de autoridades a cargo de trazar el rumbo del Estado y de administrar los recursos públicos con visión, no con ambición.

En la madrugada del 1 de enero, mientras miles de familias guatemaltecas daban la bienvenida al 2025, madres guatemaltecas daban a luz a los primeros bebés del año. Entre cinco de ellas, que fueron atendidas en la Maternidad del Hospital Roosevelt, fueron sorteados los premios de la Maratón de la Cigüeña, certamen con sentido social creado en diciembre de 1955 y estrenado el 1 de enero de 1956, por iniciativa de uno de nuestros fundadores: Álvaro Contreras Vélez (1921-2005). El objetivo era festejar la vida desde el mismo inicio del año, brindar una ayuda simbólica a las progenitoras y a la vez evocar el amor del Niño Jesús recién celebrado en Navidad.


Más que un concurso, el Niño del Año ha pasado a formar parte de una tradición. Van 68 ediciones de esta actividad, auspiciada por Prensa Libre y Guatevisión, con el apoyo de anunciantes y lectores que donan enseres de todo tipo. Los obsequios varían cada año y se otorgan de manera equitativa; lo que no cambia es el ánimo positivo con el cual son entregados a las madres, junto con la algarabía del personal hospitalario.


Vale decir que, según ciertas aproximaciones sociológicas, los nacidos desde el primer día del 2025 integran la llamada generación Beta, un grupo poblacional que se extenderá aproximadamente hasta 2039 y que se diferencia de generaciones previas por un entorno tecnológico, social y económico marcado por el desarrollo de la inteligencia artificial. Si bien los nativos digitales o mileniales, nacidos entre 1999 y 2015, aproximadamente, y generación Alfa (2015-2024) crecieron con el internet, conectividad con dispositivos móviles y redes sociales, los beta tendrán una educación marcada por adelantos informáticos consolidados, metodologías de aprendizaje más interactivas y realidades laborales o económicas aún en proceso de configuración.


Los bebés de 2025 tendrán posiblemente la oportunidad de llegar al umbral del siglo XXI, pero a su vez, en su camino de infancia a la adultez deberán enfrentar problemas acuciantes como la contaminación y deterioro de fuentes de agua propiciadas por generaciones anteriores. Les tocará vivir en una era de calentamiento global y cambios climáticos cada vez más severos.
En países en vías de desarrollo —un estatus que ya se hace crónico o anacrónico—, los recién nacidos se enfrentan al deterioro de los sistemas de salud, a la caducidad de las metodologías educativas, sobre todo en establecimientos estatales, y a los desafíos de transformación de la matriz de generación energética. Por ello es importante que los ciudadanos actuales se hagan más responsables de sus decisiones, sobre todo en materia política y de designación de autoridades a cargo de trazar el rumbo del Estado y de administrar los recursos públicos con visión, no con ambición.


La protección alimentaria de las madres y los niños sigue siendo un desafío abierto. La desnutrición crónica afecta a uno de cada dos niños guatemaltecos y marca la capacidad cognitiva de muchos jóvenes que ya se dirigen a la etapa de desempeño laboral. No se trata esta reflexión de un augurio pesimista. Por el contrario, se busca imprimir esperanza, impulsar optimismo e invitar a la acción para cultivar la vida y construir una Guatemala en la cual los ciudadanos estén al centro y los infantes sean la prioridad de todos.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: