Editorial

A 73 días de la cita de EE. UU. con las urnas

Trump y su equipo de campaña se enfrentan desde hace un mes a una contendiente que no figuraba dentro de sus expectativas.

Hace solo 34 días, el presidente de EE. UU., Joe Biden, anunció su renuncia a la candidatura por la reelección. Endosó el apoyo a su vicepresidenta, Kamala Harris, entre cierta confusión y a semanas de la convención del partido demócrata, única y definitiva instancia para nominar oficialmente a un aspirante. Este giro se veía pesadamente obligado por el mal desempeño del mandatario en un debate contra el expresidente Donald Trump, candidato republicano que se perfilaba entonces como el aspirante más fuerte, sobre todo después del atentado sufrido el 13 de julio.


Diversas encuestas y también análisis comparados de mediciones estadísticas apuntan a una marcada recuperación de preferencias demócratas gracias a Harris, lo cual la coloca codo a codo con el aspirante republicano. Uno de los fuertes alegatos de Trump (78 años) contra Biden (81 años) era referente a su edad y su capacidad para desempeñar el liderazgo de la superpotencia, pero ello ahora pesa a favor de Harris, de 60 años. Ese factor fue una de las claves para la selección, un tanto apresurada, del vicepresidenciable republicano J. D. Vance, de 39 años, autor del bestseller Hillbilly Elegy (2016), que se volvió película en 2020 con dos nominaciones al Óscar. Allí expone cómo salió adelante a pesar de precariedades de su familia en Ohio, estado del cual es Senador.


El libro fue clave en la campaña de Trump en el llamado cinturón del acero, área industrial venida a menos en el noreste estadounidense. En 2016, Vance se expresaba negativamente de Trump y cuestionaba sus ofrecimientos, calificándolos de “populistas”. Pero quizá la declaración pretérita que más ha golpeado al vicepresidenciable republicano es la crítica que hizo de la gimnasta afroamericana Simon Biles, ganadora del oro olímpico en París pero que en 2021 se retiró de los juegos de Japón por una crisis emocional.


En 2021, Vance fustigó a los medios por elogiar la “debilidad” de Biles, quien venció una dura crisis emocional de la cual se repuso totalmente en los pasados juegos olímpicos de julio. Mientras tanto, del lado demócrata, figura como compañero de fórmula de Harris el gobernador de Minesota, Tim Walz, quien desde su nominación ha ganado micrófonos y reflectores por su tono desenfadado, su pasado como maestro de escuela y entrenador de futbol americano, antecedentes que le otorgan una oratoria natural, enérgica y motivadora, al punto de que en los mitines le aclaman no por su nombre, sino bajo el apodo de coach.


Trump y su equipo de campaña se enfrentan desde hace un mes a una contendiente que no figuraba dentro de sus expectativas, pues todo parecía resuelto atacando la aparente senilidad de Biden y sus dificultades crecientes para reaccionar verbalmente. Los resultados económicos y la generación de empleo están en números aceptables a pesar de recientes caídas relativas. Trump ha criticado la etnicidad de Harris e incluso su autenticidad al identificarse como afroamericana, por ser hija de una migrante india y un migrante jamaiquino. Quiera o no, ello alude a un electorado multicultural, migrante o hijo de migrantes, tema que el magnate republicano tomó como ariete en 2016 y que ya estaba recargado para esta campaña.


Así también, sus recientes comentarios irónicos sobre veteranos de guerra han hecho mella en su oratoria nacionalista. En todo caso, a partir de la oficialización de la dupla Harris-Walz comienza una batalla electoral mano a mano contra Trump-Vance. La diferencia está en la población que ha variado en los últimos ocho años. Se ha visto la forma de trabajar de Trump y Harris, pero también de legisladores de ambos partidos.

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