EDITORIAL
Doble rasero gubernamental
La coyuntura no solo está poniendo en apuros al Ejecutivo. También permite atisbar el doble rasero para lidiar con demandas laborales que se han trasladado al terreno de las medidas de presión. Por un lado, se ve cómo el Gobierno atiende el reclamo del magisterio con exagerada displicencia, y por el otro se aprecia un trato muy distinto por quienes atienden las quejas de los trabajadores de Salud.
Con los representantes del Sindicato de Trabajadores de la Educación ha existido en los últimos gobiernos una clara relación de mutuas simpatías, pues la historia reciente registra que incluso cuando los últimos tres gobernantes han afrontado problemas, han contado con el apoyo efusivo de los miles de integrantes de ese sector, encabezados por el discutible dirigente Joviel Acevedo.
Los diputados oficialistas también han mostrado una actitud complaciente ante los constantes bloqueos y paros magisteriales, causantes de tanto daño a los estudiantes, y ahora los diputados del partido oficial han sostenido encuentros a puerta cerrada con ese sector, sin que se sepa cuáles han sido los temas discutidos, aunque es evidente que se relacionan con las irracionales demandas sindicalistas.
Con el magisterio siempre ha habido mayor tolerancia durante los últimos gobiernos, aunque el Estado no cuente con los recursos suficientes para satisfacer sus reclamos salariales, porque la miopía histórica en el Ejecutivo ha privilegiado el clientelismo y el reparto de recursos de manera antojadiza.
En cambio, con los empleados de Salud la tónica ha sido diferente. Ayer, el ministro del ramo, Carlos Soto, amenazó a los profesionales de ese sector que se han declarado en paro con llevarlos incluso a la cárcel, pues los señala de haber causado destrozos durante la protesta efectuada ayer y de haber lanzado consignas desestabilizadoras.
A los representantes de los médicos el presidente ni siquiera se ha dignado a escucharlos, mientras que a Joviel Acevedo y su grupo de manifestantes constantemente les abren las puertas de la Casa Presidencial y participan en actos de mutuo reconocimiento, hasta que los recursos resultaron insuficientes para atender los leoninos pactos colectivos del magisterio y empezaron a aflorar los rencores.
Ese juego de contrastes hace lucir mal al Gobierno, al atender solo a un sector politizado que puede serle de utilidad en las circunstancias de crisis, en detrimento de otros que están exigiendo la igualdad de derechos.
Lo que corresponde es hacer un profundo análisis de las demandas de los sindicalistas, de todos, para que a la luz de un exhaustivo estudio financiero se puedan atender de manera ecuánime las necesidades de los distintos grupos de la galopante burocracia y ver la viabilidad de solucionarlas, de acuerdo con las posibilidades dinerarias.
Ningún monto presupuestario resistirá las demandas salariales de los trabajadores del Estado porque las negociaciones han sido irresponsables, y esto, además, se ha dado en medio de mutuas conveniencias y por ello es que siempre serán insuficientes los recursos porque habría que castigar mucho más a los contribuyentes para poder mantener los acuerdos entre políticos y una dirigencia sindical inmoral.