CON OTRA MIRADA

Día Internacional del Trabajador

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En los albores de la Revolución Industrial, a finales del siglo XIX, Chicago era la segunda ciudad con más habitantes de los EE. UU., por lo que infinidad de desocupados llegaban buscando trabajo, al igual que emigrantes de todas partes del mundo. Las jornadas laborales eran esclavistas, de 12, 14 y hasta de 16 horas al día, mal pagadas, que no dejaban opción para otra cosa. En 1886 tal estado de cosas generó una convocatoria de huelga nacional, para el 1 de mayo, que congregó a cerca de 200 mil manifestantes exigiendo una jornada laboral de 8 horas, haciendo valer la premisa de 8 para el ocio y 8 para descansar. Se detuvieron 5,000 empresas, muelles e industrias. Las manifestaciones se prolongaron los días 2 y 3.

En Chicago, la única fábrica que no paró fue la de maquinaria agrícola McCormick. El día 4 hubo una concentración de trabajadores en la plaza de Haymarket que 180 policías reprimieron con violencia, pese a ser una manifestación pacífica. El clímax fue una bomba que explotó entre la policía, matando a uno de ellos e hiriendo a varios, provocando que dispararan sobre la multitud. El gobernador decretó estado de Sitio y se detuvo a centenares de trabajadores, incluyendo algunos migrantes alemanes, por lo que se habló de una conspiración extranjera. El editorial del Chicago Tribune exigió juzgar a los responsables, pidiendo pena de muerte para los líderes del movimiento.

Hubo gran campaña mediática en contra del movimiento, con argumentos como “Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas!”. Se llevó a cabo un juicio expedito, plagado de irregularidades.

Hubo manifestaciones en EE. UU. y el mundo entero, en protesta por la medida, pero no sirvieron de nada. Para el 11 de noviembre de 1887 quedó establecida la fecha de ejecución de los condenados, en la cárcel de Chicago, donde fueron montados los patíbulos.

En 1893, el nuevo gobernador de Illinois permitió se revisara el juicio, llegándose a determinar que los testigos fueron comprados, que el Procurador había escogido al jurado a su antojo, y que la bomba contra la Policía había sido arrojada por orden del mismo capitán de la Policía. El juez revisor concluyó que tal atrocidad no tenía precedente en la historia.

La II Internacional Socialista celebrada en París, en 1889, aprobó el 1 de mayo como día de los trabajadores, en memoria de los mártires de Chicago. Fueron ellos, condenados a cadena perpetua: Samuel Fielden, inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil. Michael Schwab, alemán, 33 años, tipógrafo. Oscar Neebe, estadounidense, 36 años, vendedor, condenado a 15 años de trabajos forzados. Condenados a muerte: George Engel, alemán, 50 años, tipógrafo. Adolf Fischer, alemán, 30 años, periodista. Albert Parsons, estadounidense, 39 años, periodista; aunque se probó que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado igualmente. August V. Theodore Spies, alemán, 31 años, periodista. Louis Lingg, alemán, 22 años, carpintero; para no ser ejecutado se suicidó en su celda.

En Guatemala los argumentos de unos siguen siendo los mismos de 1886, en tanto otros, particularmente algunos sindicalistas del Estado, solo buscan el interés de su nariz.

jmmaganajuarez@gmail.com

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.