PRESTO NON TROPPO
Desde Alemania, el dúo de los hermanos Aust
Como parte de un esfuerzo permanente por compartir y brindar eventos de alta calidad musical en estas latitudes, recientemente la República Federal de Alemania ha vuelto a auspiciar la presentación de conciertos en varias ciudades de la región. En este caso, con el apoyo de la Embajada Alemana acreditada en Guatemala, así como el Instituto de Idioma Alemán y el prestigioso Instituto Goethe, durante la semana que acaba de finalizar, pudimos apreciar al Dúo Aust en nuestro país.
Integrado por Bettina Aust, en el clarinete, y su hermano Robert Aust, en el piano, este dueto ya ha cosechado reconocimientos, galardones y becas, además de viajar en giras por Europa y Asia —y ahora por Centroamérica y México– a pesar de la juventud de ambos. Una clave de este éxito es el importante apoyo que desde pequeños recibieron en su familia y, por supuesto, varios lustros de dedicarse al estudio para alcanzar un nivel de actuación que no es solamente muy adecuado, sino francamente sobresaliente. Estamos hablando de un nivel técnico impecable aunado a una ejecución intensa que, si bien todavía llevará algún tiempo para que incluya una cierta serenidad en cuanto a aspectos interpretativos, los lleva encaminados a seguirse distinguiendo en la combinación específica de este instrumento de viento con el teclado.
Sucede que el clarinete, a diferencia de las antiguas familias sonoras de las flautas (con sus innumerables variantes), las dobles cañas (oboes, chirimías, fagotes, bajones, entre otros) y los instrumentos de bronce (las trompetas y los cornos sin pistones, tanto como los trombones y sacabuches), es comparativamente más moderno. De ese modo, pues, su repertorio europeo usual no incluye música del renacimiento ni del barroco, en donde los otros instrumentos de aliento tienen prominencia. A cambio, hoy día posee amplia primacía en la música de banda, la música klezmer (de la Europa oriental) y, durante largas temporadas, figuró en el swing, el dixieland y el jazz en general. Su carta de ciudadanía en la música académica se la concedió Mozart, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Lo que la maestra Bettina Aust ofreció, con mucha reciedumbre, una notable destreza y una nitidez en el desempeño de pasajes de gran virtuosismo, fue un una muestra del catálogo en el que se sitúa cómodamente el clarinete: música de los pasados dos siglos.
No se quedó atrás su hermano Robert, cuya forma de tocar el piano no solamente evidenciaba su amplia sensibilidad y la claridad de entendimiento en el juego de voces (el denominado voicing, en inglés) a lograr en su propio instrumento y en relación con la clarinetista, sino que lindó con los límites de la habilidad pianística cuando se desplegó como solista. Los dos jóvenes artistas alemanes causaron la excelente impresión de habernos permitido al público oyente que asistiéramos a una magnífica demostración de musicalidad y técnica. Todo lo anterior nos revierte a la persistente pregunta: ¿cuándo lograremos algo parecido para la juventud musical guatemalteca? Antes aún, puesto que existen excelentes músicos chapines en diversos instrumentos, ¿cuándo serán ellos y ellas el resultado y los beneficiarios de una atención estatal seriamente comprometida con llevar a Guatemala a otra categoría? No nos perdamos en los subterfugios de clasificar a una pareja de muy buenos artistas, como una expresión cultural foránea, si tampoco estamos sustentando seria y formalmente las expresiones culturales de nuestra propia nación. Animémonos, mejor, a tomar de ejemplo al Dúo Aust, cuya entrega ha estado provista de tanto entendimiento intelectual, como de la belleza del arte de la música.