CON OTRA MIRADA
Correos-Ibargüen
Durante el período presidencial del General Jorge Ubico Castañeda (1930-1944) se construyeron importantes edificios públicos para las gobernaciones departamentales, palacios y monumentos. De La Antigua Guatemala se tomaron elementos decorativos y edificios simbólicos, como el Arco de las Catalinas, 1693, que une el convento con el colegio al otro lado de la Calle Real, que en Guatemala dio lugar al Palacio de Correos y Telégrafos, obra del ingeniero Rafael Pérez de León.
A fines del año 2000, el Consejo Consultivo para al Conservación del Centro Histórico de la ciudad de Guatemala tramitó la concesión de ese Palacio para impulsar desde su corazón, el rescate del área fundacional de La Nueva Guatemala de la Asunción. El Consejo Consultivo y el Departamento del Centro Histórico se instalaron en su nueva sede y de inmediato dictaron los lineamientos para su conservación con base en la Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación, la Declaratoria del Centro Histórico y el Reglamento para la Protección y Conservación del Centro Histórico y los Conjuntos Históricos de la Ciudad de Guatemala.
Se eliminaron rótulos, se implantó un tren de limpieza y los vecinos incorporaron a su lenguaje el término Centro Histórico, que hasta entonces solo usaban algunos profesionales y especialistas en conservación de bienes culturales. El antiguo Palacio de Correos prestó el servicio postal hasta esta semana, en tanto el centro cultural cada vez tiene más protagonismo en la vida y dinámica del Centro Histórico.
A fines del siglo XVIII la arquitectura barroca dio paso a la neoclásica, consecuencia de la prosperidad comercial del período de la Ilustración cuando llegaron artistas, artesanos, arquitectos e ingenieros que contribuyeron a satisfacer los deseos del presidente JM Reyna Barrios por transformar la imagen arquitectónica y urbana de la Ciudad en “un pequeño París”. En ese contexto se edificó la casa Ibargüen-Uribe, de escala señorial, materiales nobles y ricos elementos decorativos en la esquina de la 7ª avenida y 12 calle, frente al Palacio de Correos y Telégrafos. Mediante un acertado convenio entre propietarios y la Municipalidad, la casa se incorporó a las actividades del Centro Cultural Metropolitano.
En estos días, en ambos edificios, se llevan a cabo trabajos de preparación de superficies evidentemente tendentes a aplicar nueva pintura.
Según mi parecer, habría que aprovechar para hacer calas estratigráficas a fin de conocer los colores originales. El caso es que el Palacio luce una variada gama de colores y tonalidades aplicados caprichosamente a los diferentes elementos arquitectónicos y decorativos. El resultado parece ser producto de la inspiración de quien aplicó la pintura, más que de un análisis en función de su arquitectura y tipología.
La casa Ibargüen-Uribe fue pintada con los mismos colores. Quizás para dar unidad a los dos edificios representativos del rescate del Centro Histórico, pero no se justifican desde el punto de vista de su paisaje arquitectónico y urbano.
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