CONCIENCIAPasos positivos

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Las elecciones primarias del PAN nos proporcionan varias lecciones. La decisión de un partido político de llevar a cabo elecciones primarias, para que sean los propios afiliados quienes decidan quién habrá de ser su candidato a la presidencia para los próximos comicios, se puede interpretar de dos formas: la necesidad de un partido por democratizarse, si no quiere desaparecer, y un mayor grado de madurez política. La democratización es importante, si se desea evolucionar.

Pero para ser consistente en el tiempo y, en especial, con los afiliados y los electores en general, debe institucionalizarse esta medida. Pareciera que la decisión de cambiar los estatutos para hacer legalmente viables las elecciones primarias se debió, en gran medida a un cisma dentro del mismo.

Por tanto, no sería aceptable que dentro de tres años se dé marcha atrás, reformando nuevamente los estatutos, para eliminar las elecciones primarias como parte del proceso de selección de candidatos. Si el verdadero interés de los panistas es democratizar su partido, los únicos cambios que pueden tolerarse son aquellos que lleven a perfeccionar los procesos.

Que un partido político opte por elecciones primarias para definir a un candidato presidencial también significa madurez. No ha de ser fácil dejar el tradicional caudillismo a favor de la participación popular y la democracia dentro de un partido. Máxime en nuestro medio, en el que la democracia parece todavía un experimento y no una forma de vida. Independientemente de quien resulte ganador, la decisión del Ingeniero Leonel López Rodas de ir a elecciones primarias, luego de la división que sufriera el PAN, aun a sabiendas de que arriesgaría con ello el liderazgo que asumió para evitar la posible desaparición del partido, debería verse como un signo de madurez política.

Otra lección de las primarias es la respuesta favorable de los ciudadanos por afiliarse a un partido, con el propósito, entre otros, de ser ellos quienes decidan a sus candidato. Esto podría interpretarse como un aviso del verdadero sentimiento que existe entre los guatemaltecos: que se les tome en cuenta en decisiones tan importantes como postular candidatos a cargos de elección popular. La designación ?a dedo? ya no es atractiva. Si un partido se precia de tener como principios la democracia, la participación y la libertad, entonces su cúpula debería impulsar cambios para que dichos principios se conviertan en una realidad y no se queden en mera retórica.

Por último, y no por ello menos importante, se debe ser muy profesional y eficiente para que el proceso funcione bien. Si se va a tomar en cuenta la participación de los afiliados, se debe ser muy cuidadosos con el padrón electoral, construyéndolo en forma técnica y más responsable. Desconocer la forma como se elabora el padrón, o tratar de crear un nuevo sistema de empadronamiento, es una debilidad en la organización y, a la larga, una falta de respeto para quienes confían en este proceso.

Las elecciones primarias han sido beneficiosas no sólo para los afiliados al PAN -ellos eligieron a su candidato-, sino también para el resto de los ciudadanos -que quisiéramos ver una mayor apertura de los demás partidos-, a fin de aceptar la participación popular en la toma de decisiones importantes.

Aprovechando que aún no se ha aprobado la nueva Ley Electoral y de Partidos Políticos, podrían impulsarse algunos cambios para regular debidamente las elecciones primarias, involucrando al TSE en la supervisión de las mismas, y ejerciendo los debidos controles para hacer esta primera etapa del proceso electoral más transparente y profesional.

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