Catalejo

Ya empezaron los análisis para explicar el resultado

La arrolladora victoria de Trump es válida: la participación fue mayoritaria, las reglas se aplicaron. Es hora de actuar con madurez.

Pasará mucho tiempo antes de la finalización de los análisis, en Estados Unidos y el resto del mundo, del significado y razones de la victoria de Donald Trump (no necesariamente del partido Republicano, de hecho una propiedad del electo). A mi juicio comenzó un nuevo cambio de época mundial porque los efectos más profundos alcanzarán a la democracia como sistema de gobierno y sus características. A nadie le puede quedar duda del mando absoluto obtenido en las urnas, a lo cual se agrega el Senado, el Congreso y la Corte Suprema de Justicia. La elección demostró, irónicamente, la falta de nuevas caras en ambos partidos. Obliga a los demócratas a reorganizarse y prepararse para los comicios del 2028 y a los republicanos, a no ser víctimas de su éxito de hoy, si malinterpretan ese triunfo y lo creen un cheque en blanco.

La arrolladora victoria de Trump es válida: la participación fue mayoritaria, las reglas se aplicaron. Es hora de actuar con madurez.

Trump, como todos los presidentes anteriores, ganó por los votos electorales conseguidos, no por el voto popular, porque este en realidad no cuenta. Sin embargo, haber obtenido la victoria en ambos es satisfactorio y al mismo tiempo obliga a actuar con serenidad, tomando en cuenta los 68.1 millones de ciudadanos votantes por Harris y analizar la importancia de los estados donde no ganó. Elon Musk es un factor riesgoso porque su inmensa fortuna de 265 mil millones de dólares le puede restar popularidad y volverlo inconveniente. Circula un folleto desbordante de halagos sobre Barron Trump —hijo menor, 18 años, 2.01 metros de altura y ya multimillonario— con más de 50 fotos del mega-empresario como muestra de derecho de picaporte. Se arriesga a un análisis del ganador sobre las ventajas o perjuicios al mantenerlo.

Harris perdió por varios motivos, pero sobresale la misoginia política de Estados Unidos, donde pasarán años antes de poderse ver a una mujer como presidenta. Punto. Eso es negativo, lamentable, pero a los estadounidenses y al resto del mundo solo les queda aceptarlo. Contribuyó además a la derrota su abrazo a causas como el “derecho” al aborto, y a los avances de los grupos ciudadanos LGTB, ajenos a los homosexuales y lesbianas, quienes han estado a lo largo de la Historia, dejando indudable huella en la cultura, ciencias y artes. Su discurso post resultado, leído, fue sereno y con bases, mientras el de Trump, por improvisado y desordenado, desperdició la primera oportunidad de hablar ya como presidente electo. Me pareció lamentable y también preocupante porque la improvisación suele ser madre del error. 

La esencia de la democracia es el balance en el poder y la alternabilidad. El germen de su destrucción se siembra cuando los pueblos dan el poder absoluto a alguien, si quien manda asume papel de un monarca absoluto. Por aparte, ese tipo de victoria no hace desaparecer la perenne vigilancia y crítica (serena, exagerada, malintencionada, no importa) y por eso es necesario mantener constantes mediciones de la volátil opinión popular, en especial entre los derrotados en las elecciones y en los países amigos, calidad fácil de perder si las decisiones los afectan. Ser democrático, en este caso, es aceptar el resultado al haber participado la mayoría —legitimidad— y es producto de las reglas vigentes —legalidad—, aunque algunas de ellas necesiten cambios para mejorarlas y sobre todo adaptarlas al mundo de este siglo.      

En el microcosmos chapín los seguidores y hasta fanáticos trumpistas deben recordar la mínima importancia otorgada desde Washington. Hay acuerdos bipartidistas sobre violaciones a Derechos Humanos y burlas a la ley por gente como Consuelo Porras y Curruchiche. Eso seguirá, aunque ella se haya apresurado a felicitarlo. Bernardo Arévalo y Bukele lo hicieron también para congraciarse, pero el primero innecesariamente ha desbalanceado a su gobierno hacia la izquierda con decisiones inexplicables, como llamar a Bernardo Caal, y la lentitud extrema en el ritmo de acción de un gobierno descendiente en el prestigio y popularidad de enero. La lista Engel y el retiro a las visas permanecerán incólumes. Trump no se arriesgará a críticas de los demócratas, quienes serán una filosa aunque inútil piedra en su zapato, sin duda.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.