Punto de vista

Venezuela en la incertidumbre

El CNE no ha sido capaz de presentar las actas del escrutinio por mesa, alegando “curiosas” excusas.

Hace unos pocos años, en mi libro Entre la soberbia y la incertidumbre, afirmaba que vivíamos entre la soberbia de muchos gobernantes y la incertidumbre de un mundo cada vez más peligroso y en transición. En Venezuela, después de las elecciones del 28 de julio, estamos viviendo un tiempo muy peligroso, lleno de incertidumbre, pero también quizás en el camino de una posible, aunque muy difícil, transición. El gobierno, por ahora, se ha atrincherado en su posición de que ganó las elecciones, aunque, después de una semana, el CNE no ha sido capaz de presentar las actas del escrutinio por mesa, alegando “curiosas” excusas, como un hackeo de la página web del CNE, proveniente de Macedonia del Norte y que enfrentaba “una batalla cibernética nunca vista”. La oposición, por su parte, ha presentado alrededor del 85% de las actas, que demuestran que Edmundo González había ganado ampliamente las elecciones. La abrumadora mayoría de la comunidad internacional, incluyendo Colombia, Brasil y México, le han pedido al CNE que presente las actas, con las cuales ha contabilizado los votos, que le han dado la victoria a Maduro.

Hay serios indicios de que Petro, Lula y López Obrador todavía tratan de buscar una salida pacífica.

Si el CNE hubiese anunciado la victoria de Edmundo González, el gobierno, con el control de todas las instituciones del Estado, incluyendo el Tribunal Supremo y la Asamblea, y con cinco meses de tiempo para entregar la presidencia, tenía una posición sumamente fuerte para negociar una transición, con garantías personales y políticas. Recordemos, de nuevo, que, en todas las transiciones negociadas exitosas de la dictadura a la democracia, los que entregaron el Poder Ejecutivo mantuvieron, por un tiempo, ciertos espacios de poder. De Klerk fue vicepresidente de Mandela. Pinochet, comandante del Ejército de Aylwin, y Humberto Ortega, de Violeta Chamorro. En Polonia, el presidente comunista Jaruzelski mantuvo el control del Ministerio de la Defensa y del Ministerio del Interior, cohabitando con el primer ministro democrático Mazowiecki. Hay serios indicios de que Petro, Lula y López Obrador todavía tratan de buscar una salida pacífica a la crisis venezolana, por el camino de una transición negociada, con garantías, que podrían parecerse a los ejemplos de transición mencionados. También existe, en teoría, dado que faltan muchos meses para el inicio del próximo mandato presidencial, y también para facilitarle la salida al gobierno, la posibilidad de la repetición de las elecciones, con una muy fuerte observación electoral internacional, incluyendo obviamente a la UE y al Centro Carter.

La muy pesada ilegitimidad de origen, por el desconocimiento de la mayor parte de la comunidad internacional, y una legitimidad de desempeño que será cada vez más débil, por el aislamiento internacional, la inseguridad jurídica y el muy probable aumento de las sanciones, cualquiera sea el que gane las elecciones en EE. UU., anticipan una muy difícil gobernabilidad y una precaria estabilidad del gobierno, con consecuencias socioeconómicas muy negativas para los venezolanos. Habrá también, obviamente, un aumento considerable del ritmo de emigración. Ojalá, particularmente el gobierno y las Fuerzas Armadas, pero también las demás élites dirigentes del país, puedan entender que una transición negociada evitaría males mayores al país y que el “bien común” debería prevalecer por encima de los intereses grupales y personales.

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