Hagamos la diferencia
Una veda forestal… es una locura para este país
Proponer una veda forestal, más que ayudar, perjudicará los esfuerzos pro-forestales del país.
Una veda forestal de tres años no es una solución viable para enfrentar la deforestación en Guatemala. La cobertura forestal del país ha disminuido más del 60% desde 1950 y hoy representa menos del 33% del territorio nacional. Esto es preocupante, ya que los bosques desempeñan un papel esencial en la regulación ambiental y la preservación de la biodiversidad. Tanto el Instituto Nacional de Bosques (Inab) como el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) han trabajado durante años para revertir esta tendencia mediante programas de incentivos forestales y proyectos de conservación. Desde 1997, los incentivos forestales han promovido la creación de plantaciones y la conservación de bosques naturales. Una porción significativa de la cobertura forestal actual es producto de estas plantaciones, que además están abasteciendo a la industria maderera del país. Gracias a la ley, estas plantaciones se consideran un “cultivo”, por lo que su explotación no requiere licencias adicionales. Asimismo, las reservas naturales privadas han jugado un papel importante en la protección de los bosques naturales, ayudando a mitigar la pérdida de áreas boscosas.
Una veda forestal por tres años es una propuesta poco seria para contrarrestar la deforestación en el país.
Sin embargo, el diputado José Alberto Chic Cardona ha propuesto una “veda forestal” de tres años, prohibiendo la tala en todo el territorio nacional. Esta ley, presentada al Congreso bajo el número de registro 6447, consta de solo cuatro artículos: el primero declara la veda, el segundo asigna al Inab y al Conap la tarea de realizar estudios sobre las áreas boscosas —actividad que es su naturaleza realizar sin necesidad de una nueva ley—, el tercero propone un financiamiento de Q10 millones para estos estudios y el cuarto establece su entrada en vigor. Expertos en la materia advierten que esta propuesta no solo es poco viable, sino que podría ser contraproducente. En lugar de ayudar, echaría por tierra más de 30 años de esfuerzos en reforestación, afectaría a la industria forestal y pondría en riesgo miles de empleos. Este tipo de medidas restrictivas tienden a generar especulación en el mercado, lo que puede aumentar el precio de la madera y motivar su extracción ilegal, especialmente cuando hay condiciones favorables en términos de costos y demanda.
Las causas de la deforestación en Guatemala son múltiples: la expansión agrícola y ganadera, especialmente en áreas como la Franja Transversal del Norte y la Reserva de la Biosfera Maya; la tala ilegal sin planes de manejo; los incendios provocados para cambiar el uso del suelo y el uso de leña como fuente de energía por más del 60% de la población rural. A esto se suma la falta de aplicación efectiva de sanciones y la limitada capacidad de respuesta de las instituciones encargadas de proteger los recursos naturales, muchas veces debido a presupuestos insuficientes. En lugar de imponer una veda, los esfuerzos deberían centrarse en fortalecer los incentivos forestales, donde participan municipalidades, comunidades y pequeños y medianos silvicultores. Estos actores han hecho grandes esfuerzos para reforestar y proteger sus bosques, pero a menudo enfrentan retrasos o falta de pago. Es fundamental también endurecer las sanciones contra la tala ilegal, agilizar los procesos administrativos en las entidades encargadas de regular los recursos forestales y mejorar el presupuesto destinado a estas instituciones. Además, se debe promover el mercado de productos y subproductos forestales, otorgando mayor valor agregado, y fomentar el acceso a mercados de bonos de carbono para pequeños agricultores. Finalmente, es crucial incentivar el uso de estufas mejoradas que disminuyan el consumo de leña, una medida que no solo reduciría la deforestación, sino también mejoraría la calidad de vida en las zonas rurales. Una veda enfocada exclusivamente en la tala ilegal sería mucho más efectiva que una restricción total que solo generaría más especulación y perjudicaría los esfuerzos pro-forestales que tanto ha costado construir. Guatemala tiene un enorme potencial forestal, y gestionar adecuadamente este recurso es vital para su futuro.