A CONTRALUZ
Una tragedia que se pudo evitar
Hay un paralelismo entre la tragedia ocurrida en Ciudad Juárez, el lunes pasado, donde 39 migrantes murieron quemados, la mayoría compatriotas nuestros, y lo que sucedió en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, Guatemala, donde 41 niñas también murieron quemadas, en el 2017. En ambos casos queda la pregunta sin respuesta: Si los guardias podían abrir la puerta, ¿por qué no lo hicieron? Varios testigos vieron cuando comenzó a salir humo del lugar donde estaban detenidos los migrantes y escuchaban cómo pedían a gritos que les abrieran las puertas, pero nadie acudió en auxilio. Un día después, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en un afán de restar responsabilidad del crimen a su gobierno le echó la culpa de la tragedia a los migrantes porque supuestamente quemaron colchonetas. Ese mandatario calificó de “albergue” al lugar donde estaban concentradas las víctimas, lo cual era falso porque se trataba de un centro de detención de migrantes.
' La migración es producto de la miseria, la corrupción y la violencia que azotan el país.
Haroldo Shetemul
Las autoridades mexicanas crearon un ambiente tenso todo el día. El diario El País, de España, publicó declaraciones de migrantes que señalan que ese lunes hubo “una feroz redada con tentáculos en toda la ciudad fronteriza”. Las autoridades mexicanas se llevaron por la fuerza a decenas de migrantes que estaban en la vía pública, un hospital o quienes simplemente recorrían las calles de Ciudad Juárez. Esos operativos, que se repiten constantemente, muestran la actitud deshumanizada de las autoridades mexicanas que la emprenden contra quienes solo buscan una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida. Cuando el fuego se extendió en la celda, los guardias no hicieron nada para auxiliar a las víctimas. Luego de los hechos, la propia Secretaría de Seguridad Pública de México ha tenido que reconocer la responsabilidad de sus agentes y ha identificado a ocho personas por su inacción en esta lamentable tragedia.
El gobierno guatemalteco, por medio del Instituto Guatemalteco de Migración (IGM), se concretó a lamentar la muerte violenta de 28 guatemaltecos en lo que llamó “área de alojamiento provisional de Ciudad Juárez”, cuando en realidad se sabe que era un centro de detención. Después se declararon oficialmente tres días de luto por la tragedia y nada más. En ningún momento el presidente Alejandro Giammattei ha exigido una investigación de los hechos. No se trata de guardar las apariencias diplomáticas porque de por medio está el sacrificio de 28 conciudadanos que no merecían morir de esa manera tan terrible. En el comunicado del IGM pareciera justificarse este hecho criminal al indicar que “la migración irregular lleva consigo una serie de riesgos” y que muchas veces no tiene retorno ni destino final. A diferencia de esta deplorable actitud, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, expresó su más enérgica condena y exigió una investigación a fondo de los hechos para llevar a los responsables ante la justicia.
Claro, cuando se habla de las remesas que envían los migrantes desde Estados Unidos, tanto el gobierno como el sector privado elogian a los migrantes. En el 2022, las remesas procedentes del norte sumaron más de 18 mil millones de dólares, lo cual determinó un aumento interanual del 18 por ciento. Ese aporte es esencial para la economía nacional porque supera lo ingresos procedentes de las exportaciones, que el año pasado se situaron en 13 mil 200 millones de dólares. Esa es la cara amable. La cara oscura la representa la miseria, la corrupción y la violencia que arroja a miles de guatemaltecos a la migración, muchos de los cuales son deportados. Solo en el 2022, Estados Unidos deportó a 40 mil 713 connacionales. Además de los tratos inhumanos que los migrantes sufren en su camino por México y que ahora se manifiestan en forma de una pavorosa tragedia.