PLUMA INVITADA
Una sola tierra
La Madre Tierra manifiesta un alto nivel de degradación, provocada por impactos que el ser humano deja de diferentes maneras, desde la contaminación del agua de los océanos cada vez con mayor acidez, hasta cambios en el clima que están asociados a la huella de carbono, así como a formas de producción desequilibradas. Solo tenemos una tierra, un planeta para el desarrollo de la vida que conocemos. Este globo manifiesta su agotamiento mediante calor extremo, incendios forestales, inundaciones y diferentes desastres que causan sufrimiento humanitario. Sumado a eso ahora debemos concentrarnos en el control y reducción de los efectos de la COVID -19, una pandemia sanitaria mundial con una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema.
' Tenemos la capacidad de transformar nuestro impacto en el planeta.
Miguel Barreto
La deforestación, la forma del uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente comercio ilegal de vida silvestre, son algunos de los elementos que pueden empeorar la situación. Tenemos una sola tierra.
El informe “Hacer las paces con la naturaleza: un plan científico para abordar la triple emergencia del clima, la biodiversidad y la contaminación” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) revela desde el conocimiento científico los problemas más urgentes del mundo y las oportunidades para resolverlos.
También muestra el camino hacia un mundo en paz con el planeta, haciendo inversiones hacia actividades que permitan restaurar la naturaleza, que es aliada indispensable. Como ha dicho el Secretario General “podemos desatar el ingenio humano en favor de la sostenibilidad y garantizar tanto nuestra salud y bienestar como los del planeta. Hacer las paces con la naturaleza es la tarea más importante que acometeremos en los próximos decenios. Debemos aprovechar la oportunidad que nos presenta la crisis de la COVID-19 a fin de acelerar el cambio.”
Necesitamos avanzar en la Agenda 2030 que tiene un enfoque integral. Este plan global se centra en las personas, en un planeta saludable, promoviendo una prosperidad que no ponga en riesgos generaciones futuras, que contribuya a la paz y que se logren 169 metas con indicadores según la situación de cada uno de los países.
El bienestar de los jóvenes de hoy y de las generaciones futuras depende de una ruptura urgente y clara con las tendencias actuales de deterioro del medio ambiente. Los ocho próximos años son cruciales. La sociedad debe reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 45% de aquí a 2030 en comparación con los niveles de 2010 y alcanzar las cero emisiones netas en 2050, a fin de limitar el calentamiento a 1,5 °C en consonancia con el Acuerdo de París y, al mismo tiempo, conservar y restaurar la biodiversidad y minimizar la contaminación y la generación de desechos. Cada año, el mundo pierde 10 millones de hectáreas de bosques; una extensión similar a Islandia. Los ecosistemas sanos nos ayudan a protegernos de las enfermedades porque la diversidad de especies hace más difícil la propagación de patógenos. Alrededor de un millón de especies animales y plantas se encuentran en peligro de extinción.
Tenemos la capacidad de transformar nuestro impacto en el planeta. Una economía sostenible impulsada por soluciones basadas en la naturaleza y la energía renovable generará nuevos puestos de trabajo, infraestructuras más limpias y una mayor resiliencia en el futuro. Un mundo inclusivo en el que se conviva en paz con la naturaleza permitirá a las personas gozar de mejor salud, ejercer plenamente sus derechos humanos y, por tanto, llevar una vida digna en un planeta saludable.
*Miguel Barreto, Coordinador Residente de las Naciones Unidas en Guatemala