Catalejo

Una muy clara muestra de problemas relacionados

Lo relacionado con el tránsito, ejemplifica la relación directa entre todos los problemas nacionales y la corrupción.

Toda la serie de situaciones relacionadas con el tránsito de vehículos, sobre todo del transporte –tráileres, autobuses urbanos y extraurbanos, vehículos particulares y sobre todo motos– integran una maraña imposible de arreglar por métodos tradicionales. Los vehículos en Guatemala son de los lugares preferidos por la Muerte para transportarse o salir al paso en las calles y caminos, en porcentajes muy superiores a los de otros países. La solución exige actuar en numerosos frentes simultáneamente, pero antes se necesita conocer los distintos elementos confabulados: conductores, horarios de servicios, estado de carreteras y calles, de los automotores, corrupción en la entrega de licencias, ganancias exageradas de algunas empresas, falta de educación vial.

Lo relacionado con el tránsito, ejemplifica la relación directa entre todos los problemas nacionales y la corrupción.

Vamos por partes: la corrupción en la venta de licencias es una causa para la inexperiencia e incapacidad de conductores. Las exigencias para llegar a tiempo y cumplir horarios provoca manejar por largas horas, poco descanso y ha causado la ingesta de drogas para evitar el sueño. Eso de seguro explica una de las causas, tal vez la principal, del puente y pasarela destruidos por tráileres, un caso en febrero y el otro hace tres días. A propósito, la municipalidad primero actuó, no de inmediato, para solucionar el caso, e hizo una negociación ignorada por la población con la cual llegaba a un acuerdo con otra empresa, comprometida a gastar 14 millones a fin de sustituirlo, pero ni siquiera se ha comenzado a causa de un amparo politiquero interpuesto por varios diputados.

La reposición de la pasarela no debería tardar mucho, por ser de metal. Pero los vecinos de un área de la zona 7, como los de la colonia Bran, zona 3, donde está el destruido puente, pasarán largo tiempo arriesgando sus vidas por pasar a pie esa vía, o hacerlo en carro cerca de una curva en las cercanías de la Avenida Elena. Nadie hará nada o actuará a paso de tortuga. No es necesario llamar a Aladino para adivinarlo. Y nadie recuerda, o ignora, una realidad clarísima: la urbe depende de sus puentes para sobrevivir: Incienso, los dos de Ciudad San Cristóbal, Olímpico, todos de deficiente mantenimiento, como lo prueban los daños recién descubiertos en el Belice. Más lejos, el Agua Caliente.

A todo esto se une el mal estado de las carreteras. La ruta Escuintla-San José ha estado por varios años en deplorables condiciones. Las señales situadas en las carreteras principales tienen letras poco legibles por su forma y tamaño y en ningún caso están iluminadas, y en el resto de caminos son casi inexistentes. No hay pasos a desnivel en secciones rectas donde hay intersecciones. En plenas curvas hay posibilidad para dar vueltas en U (ruta a Occidente), donde los autobuses extraurbanos son notorios por su inclinación en las curvas. Las mordidas a los agentes permiten la conducción de gente borracha, y la alta velocidad combinada con frenos en mal estado, más los vehículos particulares conducidos en similares condiciones completan un cuadro de muertes.

Los guatemaltecos conocemos de todo lo mencionado en este artículo, pero lo vemos como algo “natural” o imposible de solucionar. En la capital, transportar por las calles es una odisea: a veces toma dos o hasta tres horas ir de un lado a otro porque los vehículos irónicamente a determinadas horas se ven obligados a caminar a vuelta de rueda. Las tensiones y la presión arterial, entre otras cosas provocan, la violencia. Ojalá se haya logrado la meta de darse cuenta de, por ejemplo, los 27 km/segundo si se viaja a 100 km por hora, o 17 si es a 60, velocidad permitida. Para terminar, es indispensable entender a la corrupción como la madre superiora de todos los males del país.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.